Irreverencia para con un irreverente
Según leo por
ahí (
en inglés)
[La obra de] Derrida es una consumada nota al pie de página de [la obra de] Heidegger, pero nada extraordinario.
¡Mirá vos!
Entrada anterior sobre Derrida.
Google Moon
En homenaje al trigésimo sexto aniversario del descenso del hombre en la Luna, Google agregó
algunas imágenes de la NASA a su servicio web
Google Maps.
Google Moon muestra una simulada proyección mercator de la Luna (
en la imagen) —para comparar,
aquí hay un mapa de la Luna mediante composición fotográfica— en la que se sitúan los alunizajes de las seis misiones Apolo.
Siguiendo con el tono festivo, si amplían el mapa al máximo podrán comprobar la
verdadera naturaleza de la Luna.
Vía
Hot Links.
Consecuencias imprevistas
Leyendo las noticias, me encontré con un artículo titulado
Perversos juicios por mala praxis, firmado por un médico, en el que opina sobre el tema de las demandas por mala praxis:
Cuando se inicia una demanda legal contra un médico se produce un verdadero ataque a la idoneidad, a la moral y al esfuerzo de años que involucra abrazar con vocación esta carrera. A partir de ese episodio, un médico actuará con miedo, pensando siempre en las posibilidades de verse involucrado en una demanda; cada vez que atienda a un paciente pondrá en la balanza el accionar médico y el probable juicio que le acecha. Y sin dudas el perjudicado será el paciente, porque la claridad y la libertad necesarias para ordenar los pensamientos de diagnóstico y tratamiento lo llevarán a un mayor conservadurismo intelectual, más como defensa que como impulso del bienestar y la eficacia para el enfermo.
—A mí no me parece un buen planteo del problema. No en esos términos —me comentaba uno de mis amigos sofistas.
—¿Por qué no? Yo entiendo que es razonable creer que un profesional que conoce por experiencia propia los innumerables infortunios que causa una demanda —justificada o simplemente oportunista, eso no viene al caso ahora— vaya a pensarlo dos veces antes de realizar un acto médico. Es una actitud francamente defensiva, pero en razón de las circunstancias tiene todas las apariencias de ser una conducta juiciosa.
—No lo creo. Fijate que a partir de aquel razonamiento un paciente —si se guía por el legítimo interés de lograr la mejor atención médica posible— podrá sentirse autorizado a dejar de consultar a todos aquellos médicos que hayan sido demandados por mala praxis, por la sencilla razón de que un médico demandado ya no estará en condiciones de brindarle la mejor atención posible. Porque eso es lo que dice el párrafo citado.
—¿Cómo es eso?
—Básicamente el paciente hace el mismo razonamiento, pero lo recorre en sentido inverso. En consecuencia, si todos los pacientes actuaran de la misma manera, un médico demandado, por ese solo hecho, no podría seguir trabajando por falta de pacientes.
—Entiendo, el razonamiento lleva a situaciones casi paradojales. Entonces, como decías, no es una manera efectiva de defender a la profesión.
—Es claro que no. El problema del razonamiento es que generaliza; realiza juicios sobre un conjunto de personas —una profesión, en este caso— en vez de hablar sobre individuos. Habla como si estuviera enunciando una ley, tan fuerte es la conexión que establece entre la demanda, la actitud del médico y la pérdida de calidad en la atención del paciente. No hay medias tintas, no hay margen para otras acciones. Sin embargo, cada uno de esos individuos —los médicos de carne y hueso a los que el articulista evitó referirse— de hecho reacciona de distintas maneras frente a un episodio, puede elegir otra actitud a la defensiva, ya que no es de ninguna manera contradictorio. La elección depende de los criterios con los que un profesional toma sus decisiones. Es una actitud pragmática en vez de normativa.
—Además, tampoco dice qué ocurre cuando un médico demanda a otro.
—Ajá, parece que estás aprendiendo:
perversos juicios por mala praxis de la facultad de razonar.
Heidegger como profesor
En una de las tantas vueltas por la Red, mientras leía una semblanza de
Leo Strauss, me encontré con este párrafo en el que
Shadia B. Drury describe el influjo que
Martin Heidegger podía llegar a tener sobre sus alumnos al dictar cátedra:
Nada tuvo mayor efecto en Strauss, que la manera en que Heidegger estudiaba un texto. Le fascinó totalmente el análisis de Heidegger de la Metafísica de Aristóteles; pensaba que el enfoque de Heidegger dejaba al descubierto los fundamentos intelectuales de un texto, y era distinto a cualquier cosa que hubiese visto u oído jamás. La reacción de Strauss no era única. Se decía que el estilo de enseñanza de Heidegger tenía un efecto totalmente hipnótico. Le acusaban de "dominación mística". Su objetivo no era tanto el entendimiento, como la iniciación en una secta mística. Precisamente por ese motivo advertía Karl Jaspers en una carta a la Comisión de Desnazificación, en contra de que Heidegger volviese a dictar cátedra después de la guerra. El sentido de la carta de Jaspers era que el estilo de Heidegger era profundamente opresivo, y que los estudiantes no eran lo suficientemente fuertes para resistirse a su hechizo. Los jóvenes no estarían a salvo con Heidegger, hasta que aprendiesen a pensar por sí mismos, y en eso Heidegger no podía ayudarles para nada. Lo mismo puede decirse de Strauss, en escala mucho menor.
El primer libro de Heidegger que leí fue la
Introducción a la metafísica, allá por el '74, cuando cerraron la facultad. La sensación que me quedó fue un tanto contradictoria: por un lado, si uno se dejaba llevar por la metodología heideggeriana —y era difícil discutir sus interpretaciones de la lengua y la filosofía griegas o de la historia del ser— se alcanzaba a percibir algo de esa atmósfera mística. Por el otro, esa atmósfera se dispersaba cuando aparecían los términos alemanes casi imposibles de traducir y que daban la sensación de que aquéllo era también algo ajeno, de otro mundo.
Lecturas posteriores de Heidegger como
¿Qué significa pensar? fueron aclarando y diluyendo el embrujo: me cautivaba la promesa de participar en un gran vuelo pero, al mismo tiempo, crecía la sospecha que también podría estar volando en el vacío.
Nota: En el párrafo arriba citado sigo parcialmente esta
traducción al castellano. El original (
en inglés) se puede leer
aquí.
Logotipos de subterráneos
Una extensa colección de ciento treinta
logotipos de subterráneos o
metros de todo el mundo:
Todos los logotipos se presentan en una sola página y no sólo están reunidos en bloque —como en la imagen—, sino que también pueden verse por
orden alfabético y por
similitud.
Hay
más información sobre el mundo de los subterráneos (
en inglés), en particular, un
listado de todos los subterráneos del mundo con sus características, imágenes
del arte y la arquitectura de las estaciones, o galerías de fotos de los subtes de
Hamburgo, del
recientemente atacado Londres, de
Munich y de
París.
Vía
Hot Links.
Notas relacionadas:
Un prefacio escandaloso
Texto completo del prefacio que Andreas Osiander escribió para
Sobre las revoluciones de las esferas celestes, de
Nicolás Copérnico:
Al lector
con relación a las hipótesis de esta obra
Puesto que la novedad de las hipótesis de esta obra se ha difundido ampliamente, no tengo dudas de que hay eruditos que se sienten muy ofendidos a causa de que el libro declara que la Tierra se mueve y que el Sol permanece inmóvil en el centro del Universo; esos hombres creen indudablemente que las artes liberales, establecidas hace mucho tiempo sobre bases correctas, no se deberían prestar a la confusión. Pero si están dispuestos a examinar más de cerca el asunto, descubrirán que el autor de esa obra no ha hecho nada censurable. Porque es deber de un astrónomo componer la historia de los movimientos celestes mediante la atenta y hábil observación. Luego, volviéndose a las causas de esos movimientos o hipótesis acerca de ellos, debe concebir y elaborar, puesto que no puede de ninguna manera alcanzar las auténticas causas, aquellas hipótesis que permitan calcular correctamente los movimientos a partir de los principios de la geometría, tanto para el futuro como para el pasado. El presente autor ha realizado de manera excelente estas dos tareas. Porque estas hipótesis no necesitan ser ciertas o siquiera probables; si proporcionan un cálculo consecuente con las observaciones, eso sólo basta. Quizás haya alguien que sea tan ignorante en geometría y óptica que considere el epiciclo de Venus como probable, o piense que, por esta razón, Venus a veces precede y a veces sigue al Sol en cuarenta grados e incluso más. ¿Hay alguien que no caiga en la cuenta de que de su suposición se deduce necesariamente que el diámetro del planeta en su perigeo debería aumentar más de cuatro veces, y el cuerpo del planeta más de dieciséis veces, tan grande como en el apogeo, resultado que se contradice con la experiencia de todas las épocas? En este estudio hay otros absurdos no menos importantes, que no es necesario destacar por el momento. Porque resulta completamente claro que este arte desconoce por completo las causas de los movimientos aparentes no uniformes. Y todas las causas que la imaginación elabora, que de hecho son muchas, no se presentan para convencer a nadie de que son verdaderas, sino simplemente para proporcionar una base correcta para el cálculo. Sin embargo, cuando a veces se ofrecen distintas hipótesis para un mismo movimiento (como la excentricidad y un epiciclo para el movimiento del Sol), el astrónomo aceptará por encima de todas las demás aquella hipótesis que resulte más fácil de captar. En cambio el filósofo tal vez buscará la apariencia de la verdad. Pero ninguno de ellos comprenderá o aceptará nada como cierto, a menos que se lo haya revelado la divinidad.
Permitamos, pues, que estas nuevas hipótesis sean conocidas junto con las hipótesis antiguas, que no son más probables; hagámoslo especialmente porque las nuevas hipótesis son admirables y también simples, y conllevan un enorme tesoro de muy hábiles observaciones. En cuanto a las hipótesis, nadie puede esperar nada cierto de la astronomía, que no puede proporcionarlo, a menos que se acepten como verdad ideas concebidas con otro propósito, y salga de su estudio como un idiota mucho mayor que cuando entró en él. Adiós.
El prefacio pertenece, sin duda, a esa clase de introducciones que ningún autor elegiría de buena gana para una obra que pretenda referirse a la realidad, pues ¿qué autor admitiría en principio que su obra emplea hipótesis absurdas y que sus explicaciones no pueden ser ciertas? Tampoco tiene una tarea fácil el lector, porque no sólo será tratado de idiota si cree en lo que lee, sino que su afán le proporcionará, en el mejor de los casos, un magro botín: sólo apariencias de verdades.
Sin embargo, uno sospecha que como suele ocurrir en nuestros días, en aquella época tampoco se leían los prefacios, porque es bien sabido que a partir del libro de Copérnico la teoría heliocéntrica —la hipótesis clave del nuevo sistema astronómico, la misma teoría que según el prefacio no necesitaba ser cierta ni probable, sólo le bastaba la adecuación empírica—, se impuso. Su marcha fue lenta, también es cierto, y se abrió camino sobre todo por obra de sus continuadores, como
Johannes Kepler.
Nota: El texto del prefacio está tomado de Arthur Koestler, Los sonámbulos, Barcelona, Biblioteca Científica Salvat, 1986, Tomo II, pp. 458-9. Como Koestler a su vez reproduce la traducción de Edward Rosen al inglés, cuya versión puede consultarse
aquí, aproveché la ocasión para prolijar un poco la versión castellana.
Atentados explosivos en Londres
Galería de imágenes sobre los atentados explosivos de hoy a la mañana en Londres.
Como las imágenes provienen de distintas fuentes, los puntos de vista expresados con ellas y con los comentarios que las acompañan son heterogéneos: algunas de las imágenes —en particular, las primeras— muestran gráficamente el modo en que la noticia afecta a los londinenses, mientras que otras imágenes dan cuenta de las primeras reflexiones sobre la situación. En síntesis, es el testimonio sumamente dinámico de una comunidad que se siente y se piensa a sí misma en el estupor y el dolor.
También hay imágenes captadas y difundidas desde el mismo lugar de los atentados, en especial, las últimas fotos en agregarse:
La galería se actualiza permanentemente. En estos momentos cuenta con casi doscientas cincuenta imágenes.
Vía
Robot Wisdom (
en inglés).
Anecdotario. El último experimento.
Realícese el siguiente experimento. En un vaso con agua, arrójese un poco de tinta roja. Con una cuchara, revuélvase el líquido en el sentido de las agujas del reloj, sin agitarlo en demasía. Verá que el agua y la tinta se mezclan, formando un líquido de color homogéneo. A los doce segundos comiéncese a revolver en sentido contrario. Notará que el agua y la tinta lentamente vuelven a separarse, y el sentido de giro de las agujas del reloj comenzará a invertirse, pese al tenaz pero menguante esfuerzo de su mano. También percibirá, al borde del desvanecimiento, que la realid
Ecos del temblor
Después de 172 días y 431 millones de kilómetros de navegación, el
impactador lanzado por la sonda
Deep Impact o
Impacto profundo hace blanco en el cometa
Tempel 1.
Hay más fotos —tomadas desde el
impactador, la sonda
Deep Impact y el telescopio espacial
Hubble— en
esta página de la NASA.
Además, una
película (en formato
QuickTime), de unos 500KB, resultado del montaje de las fotos enviadas por el
impactador, mostrando el acercamiento vertiginoso de la nave-proyectil desde los primeros avistamientos del cometa hasta segundos antes de la colisión.
Entrada relacionada.
Temblor en el espacio
Leyendo al filósofo de la ciencia
Ernest Nagel —fallecido en 1985—, me encontré con este párrafo:
La astronomía y la astrofísica no son ciencias experimentales, aunque ambas utilicen muchas suposiciones que se basan manifiestamente en los hallazgos experimentales de otras disciplinas. Aunque durante los siglos XVIII y XIX se consideró, con razón, a la astronomía como superior a todas las otras ciencias por la estabilidad de su vasta teoría y por la exactitud de sus predicciones, ciertamente no logró esta superioridad manipulando experimentalmente cuerpos celestes.
En un par de horas el
impactador lanzado por la sonda
Deep Impact o
Impacto profundo habrá hecho blanco en el cometa
Tempel 1, ¿habría cambiado este suceso la opinión de Nagel?
Yo creo que sí.Ernest Nagel, La estructura de la ciencia, Barcelona, Paidós Studio, 1981, pág. 408.
Un memorioso
Hasta el borgeano y memorioso Funes se hubiera puesto celoso. Akira Haraguchi, un japonés casi sexagenario, repitió de memoria los primeros 83.431 decimales del conocido número
Pi, llevando el anterior récord mundial hasta casi el doble.
Según un
informe (
en inglés) de la BBC News, Haraguchi tuvo que hacer el intento dos veces, porque en el primero se perdió luego de tres horas. En un intento realizado el año pasado, Haraguchi debió abandonar cuando había repetido hasta el decimal 54.000 y el local en donde se llevaba a cabo el evento cerró por la llegada de la noche.
De todos modos su habilidad memorística es tan asombrosa como inútil, ya que por lo general se usan cuatro o cinco dígitos de Pi. Tampoco parece que pueda con el récord de los decimales conocidos de Pi, que ya llega a los
1,24 billones, calculados con una supercomputadora.
Y pensar que yo me conformo con recordar apenas los cien primeros decimales.Vía
Boing Boing (
en inglés).