Plutón tuvo familia
Se
confirmó (
en inglés) el
descubrimiento por parte del telescopio espacial
Hubble de dos nuevas lunas de
Plutón, provisoriamente denominadas S/2005 P1 y S/2005 P2.
Imagen ampliada.
Las nuevas lunas orbitan en sentido retrógrado —contrario a las agujas del reloj— a 40 mil y 30 mil kilómetros respectivamente de Plutón, esto es, están entre dos a tres veces más alejados que
Caronte, la otra luna de Plutón, descubierta en 1978, y en el mismo plano, lo que daría pie a sostener que las tres lunas nacieron al mismo tiempo y no son objetos capturados. Además S/2005 P1 y S/2005 P2 son bastante menores que Caronte, pues se estima que sus diámetros están entre los 64 y 200 kilómetros, mientras que la luna mayor tiene un diámetro de 1.170 km. En comparación, Plutón tiene un diámetro de unos 2.270 km.
Respecto a la luminosidad, son cerca de seiscientas veces más débiles que Caronte y cuatro mil veces más débiles que Plutón. No sorprende, entonces, que se haya tardado tanto en descubrir a S/2005 P1 y S/2005 P2.
Además se informó que si llegara a haber otros satélites, éstos tendrían que ser bastante pequeños, pues su diámetro no podría superar los dieciséis kilómetros.
Actualización: Ya tienen nombre las nuevas lunas. P1 se llamará
Nix y P2,
Hydra.
Detalles.
El día que el sofista lloró
Breve comentario sobre
El día que Nietzsche lloró, una novela de Irwin D. Yalom.
Partiendo de datos biográficos y de textos tomados de la obra de
Nietzsche, el autor arma un personaje que semeja al filósofo —aunque a veces el resultado parezca más un
golem— y lo ubica en un ambiente inequívocamente ficcional. El objetivo es tratar subrepticiamente a Nietzsche de una
enfermedad del alma —un mal de amores lo hunde en la desesperación, con riesgo de suicidio— y el medio elegido es la
cura dialogada, un embrión del método psicoanalítico.
Como se trata de un libro edificante, el paciente resulta curado, aunque para no alterar mucho más la historia biográfica, el libro termina con un Nietzsche retomando su camino —esto es, hacia su otra enfermedad, la locura, de la que nadie pudo salvarlo.
¿Qué me pareció el libro? La imagen que se presenta de Nietzsche resulta ser demasiado humana —como para jugar también con el título de una de las obras de Nietzsche, juego de palabras del que Yalom abusa bastante— y se corre el peligro de querer explicar y de tratar de entender el pensamiento a partir de la biografía. Un reduccionismo de este tipo es inconducente para la filosofía.
¿A quién le importa el señor Nietzsche? Es claro que los datos biográficos tienen la capacidad de iluminar el pensamiento de un filósofo, pero no lo explica ni da razón de él. Para decirlo en los términos usado en el libro:
[...] cuando abandonamos la racionalidad y usamos facultades inferiores para influir sobre los hombres, acabamos obteniendo un hombre inferior y menos valioso.
En síntesis:
El día que Nietzsche lloró se puede leer en plan de entretenimiento —los psicólogos pueden obtener un bonus—, pero me maravillaría que alguien entienda realmente algo de la filosofía nietzscheana a partir de este libro.
El sistema solar a escala
En
esta página hay una muestra a escala del tamaño del sistema solar —en realidad, sólo del sol y los nueve planetas—, donde un píxel equivale aproximadamente a mil kilómetros. Así, tomando en cuenta que la distancia media de la órbita de Plutón respecto del sol es de 5.913 millones de kilómetros, la página web deberá tener casi seis millones de píxeles de ancho.
Aunque no es muy entretenido hacer tantos clics en la barra de desplazamiento horizontal para pasar de un planeta al siguiente, creo que es una buena demostración práctica de las dimensiones del sistema solar. En
Firefox el avance es penosamente lento, tal como ocurre con las actuales naves espaciales. En cambio, en
Safari sólo hacen falta dos clics en dicha barra para ir de un planeta a otro: ¿será un fallo de la aplicación o es que Safari utiliza una tecnología de impulsión mucho más avanzada que la de la NASA? ¿Otra
sorpresa de
Steve Jobs? :)
En
esta otra página el sol y los planetas están mucho más juntos a fin de poder comparar visualmente sus tamaños (
en la imagen).
Vía
Cynical-C (
en inglés).
Cómo extender el historial de Safari
Para extender el historial de
Safari —el navegador que viene de fábrica con
Mac OS X— más allá del ajuste por omisión de una semana, hay que recurrir a
Terminal o
línea de comandos, en la carpeta
Aplicaciones/Utilidades. Se abre una sesión en Terminal y se teclea cualquiera de estas dos líneas o las dos:
defaults write com.apple.Safari WebKitHistoryItemLimit 1000
defaults write com.apple.Safari WebKitHistoryAgeInDaysLimit 90
seguido de un retorno de carro (el OK del UNIX). Los números al final de cada una de las líneas pueden cambiarse a gusto. Por ejemplo, para ajustar el historial a un año se reemplaza 90, el valor de la variable
WebKitHistoryAgeInDaysLimit, por 365. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que un caché muy largo puede afectar el rendimiento del equipo.
Vía
Pimp my Safari (
en inglés).
Soluciones para problemas inexistentes
Es una categoría en continua expansión y que no cesa de desafiar a la imaginación. Se formula un problema y se propone una solución, pero como en primer lugar se partió de un supuesto falso, el problema no existe y como tal no necesita de ninguna solución.
Este es el último ejemplo —no sólo
en esta página, aparentemente es una nota levantada de una gacetilla de prensa, replicada en varias páginas— que me llegó:
Actualmente la búsqueda en Internet de algún dato geográfico no es una tarea fácil. Por ejemplo, si usted busca información sobre las “cataratas” en “Aysen” y en Internet o en el buscador está disponible como “cascadas” en “Aisen”, usted no va a encontrar lo que busca, es decir, la información no es accesible para todos.
Francamente yo espero que el proyecto impulsado por los
expertos en en el manejo y gestión de datos de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile tenga una mejor fundamentación, porque tal como se enuncia arriba no es demasiado firme.
Por supuesto, no voy a llegar al extremo de afirmar que las búsquedas en Internet —de temas geográficos o de otra materia— sean fáciles, pero tampoco son tan difíciles y menos aún, imposibles. El supuesto del que parte esta gente es que si la información no está disponible de manera literal, entonces es inaccesible. Pero este supuesto es falso. Por ejemplo, utilizando
Google como motor de búsqueda el supuesto problema se resuelve con una poco sofisticada cláusula OR:
cataratas OR cascadas aysen OR aisen
Ahora en un plano más general, el tiempo dirá si un diccionario de términos geográficos —ver
nota— es una buena medida, pero la experiencia de aquellos que como yo buscan a diario información en la Red nos dice que es mucho más eficiente contar con herramientas flexibles de búsqueda. Además, estas herramientas no son sólo un proyecto sino que, aunque imperfectas, están disponibles hoy.
Cómo reordenar los iconos de la barra de menús
Un pequeño truco para
Mac OS X que de tan obvio suele pasar desapercibido.
A veces, por razones de uso o también simplemente por una cuestión de preferencia personal, uno quisiera cambiar la ubicación de uno o de varios de los iconos que están a la derecha de la barra de menús o
Menu Extras. Sin embargo, por lo general las ganas no son tantas como para querer editar archivos, abrir el directorio del sistema operativo, o hacer acrobacias con los dedos para tipear alguna complicada combinación de teclas.
Uno quisiera cambiar el orden de esos iconos de una manera mucho más fácil y directa. Pues bien, la hay.
Simplemente hay que apretar la tecla Comando y arrastrar el icono a su nueva ubicación.
Otro truco relacionado con éste es el procedimiento para quitar un icono de la barra de menús: otra vez se pulsa la tecla Comando y se lo arrastra fuera de la barra de menús. El icono se desvanecerá en la acostumbrada
nube de humo, como si lo eliminaras del Dock.
Nota: Hay iconos de algunas aplicaciones —notablemente
Adium y
Konfabulator— que no son compatibles con este truco.
Vía
Creative Bits (
en inglés).
Metafísica del aburrido
En este
artículo (
en inglés) señalan que algunos ciudadanos alemanes a veces se comportan de una manera un tanto extraña —se deciden, por ejemplo, a conducir de contramano por sesenta kilómetros de autopista— para combatir lo que ellos mismos reconocen como aburrimiento. Esta situación lleva al o a la columnista a preguntarse si los alemanes están realmente tan aburridos. Traduzco:
Uno no debería criticar tanto a los alemanes. Después de todo, llevan diariamente la carga de una tradición filosófica abrumadora sobre sus hombros. Gracias a Heidegger y compañía, hay alemanes que se despiertan por la mañana y cavilan sobre la historia de la metafísica mientras van en puntas de pie al baño. Hay alemanes que se miran al espejo mientras se cepillan los dientes y, mientras observan los círculos oscuros formados bajo sus ojos, inevitablemente se hacen la gran pregunta: ¿por qué hay algo en vez de nada?
Es cierto que el hastío no es una disposición fácil de comprender —como bien se señala en el artículo— pero más allá de la parodia filosófica, tengo mis sospechas de que nadie, ni siquiera los alemanes, asume la metafísica con tanta gravedad. Y menos que menos por la mañana: a esa hora el fiel
daimon sigue entre sueños.
Vía
Enowning (
en inglés).
Costumbres bizarras
Encontré a Charlatandro, el sofista de las mil voces, leyendo el diario. Al preguntarle por las novedades, me comentó de
esta noticia:
—Me sorprende la posición extraña que toma esta gente para leer: con toda probabilidad —aunque el nativo de la foto no lo parece—, ha de ser gente muy robusta para mantener la hoja de la gacetilla tan alto; además, la naturaleza no los favoreció para disfrutar de la lectura, pues aunque el nativo es joven, lee tan de cerca que parece ser muy corto de vista.
—En cambio a mí me parece una foto fabricada. El nativo en realidad se está ocultando tras la gacetilla, quizás para que no lo reconozcan.
—No, eso no podría ser, ¡dónde quedaría la ética periodística!
—No muy lejos de donde ellos la han dejado.
Tras leer la nota completa, le pregunté:
—¿Y no te sorprende el contenido de la nota, las declaraciones del sacerdote?
—No, para nada; aunque no son bienvenidas, declaraciones tan intempestivas son esperables, porque en instituciones tan antiguas es común encontrar fósiles. De todas maneras, fijate que el argumento —se justifica golpear a quien provoque con su discurso— se le puede dar vuelta en cualquier momento al tal Gironés. No digo que lo hagan ni aprobaría que lo hicieran, pero si el teólogo recibiera una golpiza y la agresora —algo me dice que podría ser una mujer— justificara su conducta en que se había sentido provocada por las palabras de Gironés, pues bien, el teólogo no tendría mucha defensa, ¿no? ¿Con qué cara se quejaría?
—Con la cara magullada...
—No seas tan prosaico.
Charlatandro cerró el diario de golpe y se alejó malhumorado, con apenas un gruñido de despedida.
Fotos de los primeros microsegundos de una explosión atómica
¿Alguna vez se preguntaron cómo se vería una explosión atómica antes de destruir todo lo que le rodea? Me refiero a las fracciones de segundo previas al humo, a la nube en forma de hongo, a la devastación. Morbosidades aparte, creo que si alguien leyó ciencia ficción —especialmente la de la década del cincuenta—, va a estar bastante interesado en el tema.
Harold Edgerton fabricó una lente especial de diez pies de largo para su cámara automática y la ubicó en un bunker situado a siete millas del lugar de la detonación: la bomba estaba colocaba en la parte superior de una torre de metal y sujeta al suelo del desierto de Nevada con gruesos alambres.
Más fotografías
en esta página. El tiempo de exposición está ajustado a una millonésima de segundo, lo que afecta la calidad de la imagen y la profundidad del color de las fotografías. A pesar de estas limitaciones, las imágenes muestran aspectos de un suceso que están mucho más allá de la capacidad del ojo humano, que puede registrar hasta diez imágenes por segundo.
Nota: Harold Edgerton fue un ingeniero del MIT e inventor del flash electrónico. Se destacó especialmente por sus fotografías color de alta velocidad. Algunas de sus fotografías son muy conocidas, como
la gota de leche (
en imagen) o el jugador de fútbol americano pateando la pelota.
Más imágenes.
Vía
Cynical-C Blog (
en inglés).
Se ha perdido un androide llamado Phil
Philip K. Dick se ha perdido. No, no me refiero al
escritor, autor de culto en los ambientes de la ciencia ficción, que escribió, entre otras, las novelas en las que se basaron películas como
Blade Runner o
Recuerdos del Futuro. El Philip K. Dick de carbono murió hace más de veinte años, me estoy refiriendo a un androide de última generación así llamado en homenaje al autor.
El androide tuvo una destacada presencia en la exposición
NextFest de la revista
Wired, llevada a cabo en junio de 2005 y, según se supo, se perdió a principios de enero en un vuelo comercial con destino a California —
¿no iría solo, verdad? A
Hanson Robotics, la empresa que lo desarrolló le urge encontrarlo, pues el Smithsonian quiere incluirlo en una de sus exposiciones itinerantes que comienzan en el otoño boreal. De todas maneras, si
Phil no aparece —algunos creen que se llegará a pedir rescate por él; otros suponen que se pondrá a la venta en alguno de los sitios de subastas online— en aquella empresa están considerando la posibilidad de volver a construir otro ejemplar.
Lo novedoso de Phil va más allá de imitar la apariencia facial del escritor, pues está dotado de la suficiente inteligencia artificial como para copiar ciertas características de la personalidad del escritor, además de una piel artificial —un nuevo polímero llamado
Flubber— y treinta y seis servomotores, que le permiten imitar algunas expresiones con un gran realismo.
Un software de identificación biométrica y un dispositivo de visión avanzada le permiten al androide reconocer a la gente —incluso en una multitud—, interpretar correctamente el lenguaje corporal y gestual —trata de establecer contacto visual con su interlocutor—, y sostener con ellos una conversación bastante normal, aunque a veces se parezca un poco a un escritor medio senil, que gusta de citar sus propias obras cuando su mente se confunde.
Hasta aquí la noticia. Yo no dejo de pensar que a quien haya seguido la obra de Philip K. Dick —una investigación permanente acerca del significado de lo real— y esté al tanto de su personalidad, no le costará mucho imaginarse el ataque agudo de paranoia que le habría disparado toda esta situación al escritor si el suceso hubiera ocurrido en vida. Quizá nos perdimos otra gran novela.
Más información sobre el proyecto Phil (
en inglés).
Descargar una película (8,8 MB) en formato .ASF con vistas de la participación de Phil en la NextFest.
Blog (con muchas imágenes) del equipo que armó el stand de Phil en la NextFest.
Vía
HotLinks (
en inglés).
Accidente en Marte
Tenía que suceder tarde o temprano. Según me contó mi colega sofista
Chistágoras, el accidente ocurrió en un paraje conocido como
Home Plate ubicado en el interior del cráter Gusev. Por motivos que se desconoce la misión de control de la NASA no advirtió a tiempo que el
Spirit, uno de los robots que está investigando la superficie marciana, había acelerado más allá de lo establecido por las normas de la prudencia y pasó lo previsible.
La imagen lo dice todo (
imagen ampliada): La inevitable casilla marciana aparece en un lugar inesperado —es increíble la torpeza con que esos tipos diseñan sus pueblos—, las huellas de los neumáticos delatan la brusca como tardía frenada, el violento impacto que esparce los restos de la casilla por una amplia zona, del cual las chapas retorcidas son un testimonio irrefutable. Hasta el momento se desconoce si hubo víctimas fatales en el accidente.
Por supuesto, hay
páginas (
en inglés) que adelantan diversas interpretaciones
naturalistas, que ignoran el accidente sin siquiera mencionarlo; por el contrario, sostienen a modo de hipótesis que la imagen sólo muestra depósitos volcánicos o de impacto, o también sedimentos en capas originados por la acción del agua o del viento. Como ni ellos mismos se pueden poner de acuerdo,
¡quién llegará a creer en interpretaciones tan fantasiosas!
Sudoku con la menor cantidad de pistas
Minimum Sudoku (
en inglés) es una página dedicada a averiguar cuál es la menor cantidad de números dados —o pistas— para que un rompecabezas
Sudoku (o
Su Doku) cuente con una única solución.
Por el momento, el mínimo de pistas parece ser diecisiete. A pesar de los
esfuerzos realizados, no se conocen ejemplos con dieciséis o menos pistas. No obstante,
Gordon Royle, el autor de la página, está coleccionando todos los ejemplos de diecisiete pistas con la esperanza de que su análisis ayude a resolver la cuestión. La colección actual asciende a 36628 configuraciones distintas. Puedes
descargar el archivo (2,9MB) o enviar un ejemplo no incluído.
La página también propone cincuenta ejemplos tomados de la lista mencionada para resolver online. Pero no se crean que son difíciles a causa de los pocos números iniciales —probé con el primero y lo resolví por el método de eliminación, es decir, sin recurrir al método de las conjeturas o reducción por el absurdo (será cosa mía, pero utilizar el último método es algo casi inaceptable). Más bien, la dificultad reside en la relevancia y la posición de las pistas.
Vía
HotLinks (
en inglés).
El imperio submarino
Una serie de ciencia ficción y aventuras (
Underwater Kingdom, EE.UU., 1936) emitida en doce capítulos —con el habitual formato de
continúa en el próximo capítulo— que vi, sufrí y gocé en la TV blanco y negro a principios de los años sesenta. Tenía un vago recuerdo de la serie —de la que no recordaba el título—, pero nadie a quien se la comentaba parecía recordarla: ¿acaso era yo el único que la había visto? Para peor, jamás la volvieron a pasar.
Pero un día se hizo el milagro. Revisando los feeds de
Internet Archive, un título me llamó la atención, me bajé un capítulo y ¡sí señores!, tenía en mis manos el pasaje de regreso a la infancia.
El argumento de
El imperio submarino, que en su momento compitió contra
Flash Gordon, consiste en la habitual lucha del bien contra el mal que se lleva a cabo con una extrañísima mezcla de futuro y pasado en la mítica Atlántida —situada debajo del mar—: junto a futurísticas máquinas diseñadas para generar terremotos y otras para detenerlos, rayos paralizantes, máquinas manipuladoras de mentes, robots (
en la imagen) y armas que disparan rayos, hay soldados a caballo, vestidos como los antiguos romanos, peleando con espadas. Ahora que lo pienso, el cocktail argumental no es tan extraño, si no fuera por algunos detalles menores —y los efectos especiales— estamos en el universo de
La guerra de las galaxias.
El argumento —reconstruído a partir de mis recuerdos, de los pocos capítulos que volví a ver y de un par de reseñas online— es más o menos así: Ante una serie de terremotos que afectan a EE.UU. un científico propone descender al fondo del mar con un submarino propulsado por cohetes con el objetivo de neutralizarlos. Sin embargo, en vez de cumplir con su objetivo, el submarino y sus tripulantes son atrapados por un rayo paralizante que los lleva a la civilización perdida de la Atlántida. Allí descubren que los terremotos son parte del plan del malvado Unga Khan para —como no podía ser de otra manera— conquistar la tierra. Unga Khan, con la ayuda de una máquina controladora de mentes, obliga al científico a desarrollar un motor cohete que le permita emerger su torre de operaciones para combatir en la superficie. Mientras tanto, los otros miembros de la tripulación (entre los principales: Crash Corrigan, el superhéroe; Diana Compton, la que siempre se mete en problemas; y Billy Norton, el nieto del científico, a la sombra de Crash, como Robin respecto de Batman) huyen a un pueblo cercano donde reina el benevolente Sharad, en lucha permanente contra Unga Khan. Luego se producen numerosos intentos de rescate del científico que fracasan por una u otra razón —incluso es el mismo científico quien frustra algunos de ellos, pues su forzada fidelidad al mal es casi completa— hasta llegar al desenlace, cuando Unga Khan, luego de destruir la villa de Sharad, obtiene los medios para conquistar el resto del mundo y los héroes, ya en la superficie, tratarán de impedirlo.
Si alguien quiere ver la serie —a mí ahora me resulta muy graciosa—, pueden bajar gratis los episodios (
hablados en inglés)
en esta página web.
La imagen proviene de
Cathuria.com. Los robots son los verdaderos villanos de la película, pues se encargan de todo el trabajo sucio —cuando aparecían, me quedaba paralizado.
La razón de ser de la ficción filosófica
Leyendo artículos viejos, me encontré con estos párrafos que me sorprendieron por dos motivos: primero, por la inusual franqueza del autor, porque ya casi nadie se permite un estilo tan directo, a menos que sea un
provocador, que no era el caso porque se trata de todo un escritor académico.
Y en segundo lugar me llamó la atención la ironía del autor, nada nuevo porque es uno de los recursos básicos del estilo académico clásico, pero al que pocos recurren hoy.
Combinando el desdén, la ironía y la mordacidad, escribe
Peter Brian Medawar:
¿Cómo pudo atrapar a la gente "El fenómeno humano"? No debemos subestimar el tamaño del mercado para obras de esta clase, la ficción filosófica. Así como la educación primaria obligatoria creó un mercado atendido por los periódicos diarios y semanales de poca calidad, la difusión de la educación secundaria y luego de la terciaria creó una gran población que con frecuencia desarrolló buenos gustos en lo literario y lo académico, pero que fue educada más allá de sus capacidades para el pensamiento analítico. Es a través de estos ojos que debemos ver las atracciones de Teilhard. [...] ["El fenómeno humano"] está escrito en un estilo totalmente ininteligible, y esto se interpreta como evidencia "prima facie" de profundidad. [...] Teilhard tiene pensamientos tan maravillosamente profundos, por eso es tan difícil de seguir: está más allá de mi pobre cerebro, ¿pero no muestra esto cuan profundo e importante han de ser esos pensamientos?
Hay mucho más en el artículo pero no puedo traducir todo.
Tomado de P.B. Medawar, reseña del libro
El fenómeno humano, de
Pierre Teilhard de Chardin, Mind, 1961 (
en inglés).
Todo el artículo (
en inglés).
Nota: Creo que se entiende, pero lo aclaro para evitar algún posible mal entendido: el autor utiliza
ficción filosófica en el sentido de
ciencia ficción, no en el sentido de
mito platónico —aunque sospecho que tampoco le tendría mucha simpatía a Platón.
Las famosas caricaturas danesas
Como dicen en
Boing Boing, esto es lo que aparentemente tiene a medio mundo tan enojado.
Enlace a directorio de imágenes y, por si estabas de vacaciones,
enlace a una nota sobre el tema.
Emuladores de Nintendo NES
RockNES es un emulador de gran precisión —llega al nivel del ciclo— de la plataforma NES (Nintendo Entertainment System) para Mac OS X. Tal precisión tiene un precio: para lograr la máxima velocidad de emulación y compatibilidad total de sonido, se requiere de un equipo con al menos un 1GHz. La
descarga es de sólo 1MB.
Para equipos más lentos —600MHz como mínimo— se recomienda
Nestopia, compatible con 174 mappers y cinco chips de sonido adicionales.
Descargar (1,3MB).
También hay extras para ambos emuladores. Más detalles en las respectivas páginas.
UB313 y la crisis en el concepto de planeta
Astrónomos del Instituto Max Planck (Alemania) han confirmado que el recientemente descubierto 2003 UB313 —ubicado en el cinturón de Kuiper— es más grande que Plutón. El probable nuevo planeta —y digo probable porque aún se desconoce su estatus en el sistema solar, así como el de Plutón está en duda— tiene un diámetro de 3.000 km y, en consecuencia, es 700 km más grande que Plutón. Para las nuevas observaciones se utilizó un sensor especial conocido como MAMBO en el telescopio IRAM de 30 m que el instituto posee en Madrid; este dispositivo permitió medir el calor emitido por el nuevo objeto y halló que tiene una reflectividad similar a la de Plutón. Esto les permitió calcular su tamaño.
Más información (
en inglés).
Comparación de los tamaños de UB313, Plutón y su luna Caronte, la Luna y la Tierra.
Imagen agrandada.
Como decía, éste y otros descubrimientos de objetos transneptunianos ponen en crisis el concepto de planeta vigente —objeto no luminoso, más grande que un asteroide o cometa, que gira alrededor del sol. Además las predicciones sostienen que habría unos cien mil objetos más, de tamaño variable, en el cinturón de Kuiper, lo que significa que el listado de los planetas del sistema solar podría agrandarse mucho más allá de lo aconsejable.
Algunos sostienen que Plutón no debería dejar de ser un planeta porque chocaría contra datos establecidos firmemente en nuestra cultura y, en consecuencia, UB313 pasaría a ser el por mucho tiempo anhelado décimo planeta. También habría que aclarar que Plutón fue considerado un planeta porque hasta la década del '60 se creía que su tamaño era bastante mayor al que las últimas mediciones le atribuyen. Otros rechazan el criterio anterior y opinan que como el tamaño importa, Plutón debería perder el estatus que nunca debería haber tenido y a partir de ahora sólo podría considerarse
planeta a todo objeto mayor a Marte.
Una propuesta intermedia —la que a mí más me convence— consiste en agrandar la taxonomía del sistema solar e introducir la categoría de
planeta menor. Plutón, UB313 y los objetos menores a Marte formarían parte de esta categoría. De esta manera se recategorizaría a Plutón para terminar con sus características anómalas, pero al mismo tiempo no dejaría de ser un planeta.
Mercurio —por su reducido tamaño— sería el punto débil de la última propuesta. Pero este tema lo dejo para otra entrada.