La nube molecular Barnard 163
Para algunos podría ser un pato, pero este pato pondría estrellas en vez de huevos (clic en la imagen para ampliarla a 900 x 700 píxeles o verla aún más grande).
En el centro de esta imagen se encuentra Barnard 163, una nebulosa de gas molecular (*) y polvo tan denso que la luz no llega a atravesarla. Con una envergadura medida en años-luz, las vísceras de Barnard 163 son claramente más frías que su periferia, un hecho que crea las condiciones para que el gas se aglomere y termine por formar estrellas.
Barnard 163 se encuentra a unos 3 mil años-luz de la Tierra en la constelación de Cefeo, el Rey.
El resplandor rojizo de fondo se debe a IC 1396, una extensa nebulosa de emisión (en la imagen de la derecha) que alberga a su vez la Nebulosa de la Trompa de Elefante. Puede ser difícil encontrar a Barnard 163 en la imagen de la nebulosa de emisión IC 1396, mucho más extensa que aquélla, pero aunque parezca lo contrario es posible hallarla.
Vía Foto astronómica del día correspondiente al 1° de mayo de 2011. Esta página ofrece todos los días una imagen o fotografía del universo, junto con una breve explicación escrita por un astrónomo profesional. Crédito y copyright: T. Rector (U. Alaska Anchorage), H. Schweiker, WIYN, NOAO, AURA, NSF.
(*) Las nubes moleculares densas y extensas son ambientes muy particulares del espacio. Están compuestas en su mayor parte por hidrógeno molecular y helio, con pequeñas cantidades de gases más pesados, y son el lugar en el que se forman nuevas estrellas y planetas. Las nubes moleculares que superan la masa de 100 mil soles reciben el nombre de nubes moleculares gigantes. Dichas nubes son los habitantes más grandes de las galaxias, ya que pueden alcanzar los 300 años-luz de diámetro. Además, contienen el gas y polvo suficiente para formar cientos de miles de estrellas como el Sol. Estas estrellas se forman en las partes más densas de las nubes. Las nubes moleculares son muy frías y sus temperaturas se sitúan entre los -263 los -223 grados centígrados (o entre los 10 y los 50 Kelvin).
Imágenes en luz visible de la nube molecular oscura Barnard 68 y de la Nebulosa de la Cabeza de Caballo (clic en la imagen para ampliarla).
Por lo general no irradian su propia luz visible y aparecen como regiones oscuras al ser observadas con un telescopio óptico. En estos entornos fríos y densos muchos átomos pueden combinarse en moléculas. Las nubes moleculares gigantes pueden durar de 10 a 100 millones de años antes de disiparse, debido al calor y a los vientos estelares de las nuevas estrellas formadas en su interior. Una galaxia espiral promedio, como la Vía Láctea, contiene entre 1000 y 2000 nubes moleculares gigantes, además de numerosas nubes de menor tamaño. Aunque por lo general las nubes moleculares bloquean la luz visible, sin embargo es posible penetrar estas nubes, donde se forman nuevas estrellas, con telescopios diseñados para trabajar con luz infrarroja, tal como el Telescopio Espacial Spitzer. De esta manera es posible observar directamente las regiones de formación estelar presentes en esas regiones y obtener una valiosa información sobre estos entornos.
Nota: Estas y otras noticias sobre el universo y mi mundo, en astrosofista.
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