Un museo de monstruos marinos ficticios (32)
Los europeos, desde la más remota antigüedad hasta bien pasado el Renacimiento, creían que había una gran variedad de bestias extrañas en el mundo, viviendo en los océanos, en los lejanos rincones del mundo o en el sótano de sus vecinos. Si proyectamos la imaginación hacia un futuro posible: ¿qué clase de monstruos turbará la mente de los futuros exploradores espaciales? No creo que estemos en condiciones razonables de poder anticiparlo. Quizás, incluso la misma idea de la exploración espacial sea monstruosa.En una serie anterior, recorrimos en 22 pasos un museo de monstruos ficticios. Esta vez nos toca aprender sobre los monstruos marinos que inquietaban a quienes se internaban en las profundidades del océano. Los marinos contemporáneos de Colón no pensaban, en contra de lo que se cree popularmente, que navegarían hasta dar con el borde exterior de la Tierra. Sin embargo, estaban atemorizados por lo que podrían encontrar durante sus viajes. Su concepción de la vida marina se alejaba bastante de la realidad y comprendía desde suposiciones poco exactas sobre el comportamiento de las especies conocidas hasta representaciones imaginarias de animales que podían existir.
Año: 1638.
Científico / Artista: Ulisse Aldrovandi.
Publicado por primera vez en: De Animalibus Insectis Libri Septem.
Publicación actual: "Ancient Scientific Basis of the 'Great Serpent' from Historical Evidence" de Richard B. Stothers, en la edición de Junio 2004 de Isis.
Aldrovandi se basó en relatos muy antiguos para realizar el retrato de esta bestia. Un historiador natural del siglo III, Claudio Eliano, retransmitió la historia de la escolopendra cetacea, una criatura tan temible que "si se mostrase en la orilla nadie tendría el valor de mirarla". Estos monstruos marinos, afirmó, tenían "numerosas patas alineadas en ambos lados, como si remara con ellos". El nombre de este animal proviene de la escolopendra común de mar, un tipo de ciempiés, pero la criatura descrita por Eliano era mucho más grande. Puede ser que está basada en observaciones de un animal real, tal como una ballena o un calamar gigante. Sin embargo, no es fácil explicar la presencia de las patas, pero pudo haberse supuesto que un animal que causaba ondulaciones en la superficie del agua debía tener patas.
Fuente: Strange Science (en inglés).
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