lunes, septiembre 24, 2012

La Nebulosa del Lápiz (NGC 2736)


A 500 mil kilómetros por hora, la onda de choque de una supernova se abre paso por el medio interestelar (clic en la imagen para ampliarla a 960 x 723 píxeles o verla aún más grande).

En esta composición de colores hermosamente detallada, numerosos filamentos delgados y entrelazados se mueven hacia abajo. Los filamentos son, en realidad, extensas ondulaciones en una capa de gas resplandeciente vista casi de canto.

En los catálogos la estructura es designada como NGC 2736, sin embargo su estrecho aspecto le valió el apodo popular de Nebulosa del Lápiz (en la imagen de la derecha). Dicha nebulosa, de unos 5 años-luz de longitud y situada a no más de 800 años-luz de distancia, es sólo una pequeña parte del remanente de la supernova de Vela (ver la imagen al pie de la entrada).

El remanente de Vela propiamente dicho mide aproximadamente 100 años-luz de diámetro y es la nube de desechos en expansión de una estrella (*) cuyo estallido pudo haber sido visto hace unos 11 mil años.

Al principio la onda de choque se desplazaba a varios millones de kilómetros por hora pero perdió gran parte de su impulso al encontrarse con el gas circundante.

El remanente de la supernova de Vela. Los filamentos luminosos del remanente de la supernova de Vela, en los que se centra este mosaico de cuatro imágenes y 10 grados de amplitud, se encuentran en el extremo noroeste de la constelación del mismo nombre. La nube de desechos en expansión proviene de la muerte explosiva de una estrella masiva, cuyo resplandor llegó a la Tierra hace unos 11 mil años. Además de estos filamentos de gas brillante impulsados con gran violencia, la catástrofe cósmica también dejó detrás suyo el Púlsar de Vela, un núcleo estelar en rotación y de una densidad increíble. El remanente de Vela se encuentra a unos 800 años-luz de distancia y probablemente se encuentra inmerso en los restos de una supernova aún más extensa y más antigua, la Nebulosa de Gum (clic en la imagen para ampliarla). Leer la entrada completa.

Vía Foto astronómica del día correspondiente al 24 de septiembre de 2012. Esta página ofrece todos los días una imagen o fotografía del universo, junto con una breve explicación escrita por un astrónomo profesional. Crédito de la imagen: ESO.


(*) Supernovas y remanentes de supernovas

Aproximadamente cada 50 años una estrella masiva de nuestra galaxia vuela en pedazos en una explosión de supernova (ver videos y animaciones). Las supernovas son uno de los acontecimientos más violentos del universo y la fuerza de la explosión genera un destello cegador de radiación y ondas expansivas similares a un estampido.

Inicialmente se había clasificado a las supernovas de acuerdo con sus propiedades ópticas. Las supernovas del Tipo II muestran pruebas evidentes de hidrógeno en los desechos en expansión eyectados en la explosión, algo que no ocurre con las supernovas del tipo Ia. Investigaciones recientes permitieron refinar dichos tipos y, en consecuencia, se propuso una clasificación que tomara en cuenta los tipos de estrellas que dan lugar a las supernovas. Una explosión del Tipo II, así como las de Tipo Ib y Tipo Ic, se producen por el colapso catastrófico del núcleo de una estrella masiva. Una supernova del Tipo Ia ocurre por una súbita explosión termonuclear que desintegra una estrella enana blanca.

Las supernovas del Tipo II se producen en regiones con muchas estrellas jóvenes y brillantes, tales como los brazos espirales de las galaxias. Al parecer no ocurren en las galaxias elípticas, cuya población dominante está compuesta por estrellas antiguas de poca masa. Puesto que las estrellas jóvenes y brillantes son típicamente estrellas con una masa 10 veces más grande que la del Sol, esta prueba, entre otras, permite concluir que las estrellas masivas producen las supernovas del Tipo II.

Algunas supernovas del Tipo I comparten numerosas características con las supernovas del Tipo II. Tales supernovas, clasificadas como Tipo Ib y Tipo Ic, se diferencian al parecer de las del Tipo II porque han perdido su envoltura externa de hidrógeno antes de la explosión. La envoltura de hidrógeno pudo haberse perdido debido a una vigorosa emisión de materia anterior a la explosión o porque fue arrancada por una estrella acompañante. Más información (en inglés).

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