En la Guarida del Lobo
La misteriosa y azulada nebulosa de reflexión catalogada como VdB 152 o Ced 201 es muy poco luminosa (clic en la imagen para ampliarla a 900 x 600 píxeles o verla aún más grande).
Se encuentra en el extremo de la larga y oscura nebulosa Barnard 175, un complejo de nubes de polvo también conocido como la Guarida del Lobo. El conjunto se halla aproximadamente a 1 400 años-luz de distancia, al norte de la Vía Láctea, en la noble constelación de Cefeo.
Los bolsillos de polvo interestelar, situados en el borde de una extensa nube molecular, bloquean la luz de las estrellas de fondo o dispersan la luz de la estrella que da a la nebulosa su color azul característico (en la imagen de la derecha).
Los astrónomos piensan, además, que la radiación ultravioleta de la estrella es la principal responsable de la baja luminescencia roja observada a lo largo de la nebulosa.
Si bien es cierto que las estrellas se forman en las nubes moleculares (*), esta estrella parece haber entrado accidentalmente en la región, dado que su velocidad propia es muy diferente de la velocidad de la nube.
Esta imagen telescópica de gran profundidad cubre un campo de unos 7 años-luz.
Vía Foto astronómica del día correspondiente al 19 de noviembre de 2011. Esta página ofrece todos los días una imagen o fotografía del universo, junto con una breve explicación escrita por un astrónomo profesional. Crédito de la imagen y copyright: Jerry Lodriguss (Catching the Light).
(*) Las nubes moleculares densas y extensas son ambientes muy particulares del espacio. Están compuestas en su mayor parte por hidrógeno molecular y helio, con pequeñas cantidades de gases más pesados, y son el lugar en el que se forman nuevas estrellas y planetas. Las nubes moleculares que superan la masa de 100 mil soles reciben el nombre de nubes moleculares gigantes. Dichas nubes son los habitantes más grandes de las galaxias, ya que pueden alcanzar los 300 años-luz de diámetro. Además, contienen el gas y polvo suficiente para formar cientos de miles de estrellas como el Sol. Estas estrellas se forman en las partes más densas de las nubes. Las nubes moleculares son muy frías y sus temperaturas se sitúan entre los -263 los -223 grados centígrados (o entre los 10 y los 50 Kelvin).
Imágenes en luz visible de la nube molecular oscura Barnard 68 y de la Nebulosa de la Cabeza de Caballo (clic en la imagen para ampliarla).
Por lo general no irradian su propia luz visible y aparecen como regiones oscuras al ser observadas con un telescopio óptico. En estos entornos fríos y densos muchos átomos pueden combinarse en moléculas. Las nubes moleculares gigantes pueden durar de 10 a 100 millones de años antes de disiparse, debido al calor y a los vientos estelares de las nuevas estrellas formadas en su interior. Una galaxia espiral promedio, como la Vía Láctea, contiene entre 1000 y 2000 nubes moleculares gigantes, además de numerosas nubes de menor tamaño. Aunque por lo general las nubes moleculares bloquean la luz visible, sin embargo es posible penetrar estas nubes, donde se forman nuevas estrellas, con telescopios diseñados para trabajar con luz infrarroja, tal como el Telescopio Espacial Spitzer. De esta manera es posible observar directamente las regiones de formación estelar presentes en esas regiones y obtener una valiosa información sobre estos entornos.
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