jueves, septiembre 16, 2010

La Nebulosa del Velo


De apariencia delicada, estos filamentos de gases convulsionados y resplandecientes, visibles en el cielo terrestre en dirección de la constelación del Cisne, constituyen la Nebulosa del Velo (clic en la imagen para ampliarla a 900 x 758 píxeles o verla aún más grande).

La nebulosa es el gran remanente de una supernova (*), una nube en expansión originada por la muerte explosiva de una estrella masiva. La luz de la explosión de la supernova original probablemente llegó a la Tierra hace más de 5 mil años.

La Nebulosa del Velo, también conocida como el Lazo del Cisne o Cygnus Loop, se extiende sobre un campo aparente de 3 grados, o sea, unas 6 veces el disco de la Luna Llena. Eso equivale a un diámetro de más de 70 años-luz a la distancia estimada de 1 500 años-luz.

El Velo es tan grande que, en realidad, sus partes más brillantes se reconocen como nebulosas diferentes, entre las que se destacan la Nebulosa Escoba de la Bruja (NGC 6960), en la parte inferior de esta llamativa imagen, y el Triángulo de Pickering (NGC 6979), abajo y a la derecha del centro. IC 1340 es el arco espectral que corona la nebulosa.

El remanente de una explosión cósmica. Esta detallada imagen de un pequeño sector de la enorme Nebulosa del Velo, tomada por el Telescopio Espacial Hubble en los años '90, brinda un primer plano de la estructura fina resultante de la explosión de supernova (clic en la imagen para ampliarla). Más información (en inglés).

Vía Foto astronómica del día correspondiente al 16 de septiembre de 2010. Esta página ofrece todos los días una imagen o fotografía del universo, junto con una breve explicación escrita por un astrónomo profesional. Crédito y copyright: Martin Pugh.


(*) Supernovas y remanentes de supernovas

Aproximadamente cada 50 años una estrella masiva de nuestra galaxia vuela en pedazos en una explosión de supernova (ver videos y animaciones). Las supernovas son uno de los acontecimientos más violentos del universo y la fuerza de la explosión genera un destello cegador de radiación y ondas expansivas similares a un estampido.

Inicialmente se había clasificado a las supernovas de acuerdo con sus propiedades ópticas. Las supernovas del Tipo II muestran pruebas evidentes de hidrógeno en los desechos en expansión eyectados en la explosión mientras que no ocurre lo mismo con las supernovas del tipo Ia. Investigaciones recientes permitieron refinar dichos tipos y proponer una clasificación según los tipos de estrellas que dan lugar a las supernovas. Una explosión del Tipo II, así como las de Tipo Ib y Tipo Ic, se producen por el colapso catastrófico del núcleo de una estrella masiva. Una supernova del Tipo Ia ocurre por una súbita explosión termonuclear que desintegra una estrella enana blanca.

Las supernovas del Tipo II se producen en regiones con muchas estrellas jóvenes y brillantes, tales como los brazos espirales de las galaxias. Al parecer no ocurren en las galaxias elípticas, cuya población dominante está compuesta por estrellas antiguas de poca masa. Puesto que las estrellas jóvenes y brillantes son típicamente estrellas con una masa 10 veces más grande que la del Sol, esta prueba, además de otras, permite concluir que las estrellas masivas producen las supernovas del Tipo II.

Algunas supernovas del Tipo I tienen numerosas características en común con las supernovas del Tipo II. Tales supernovas, clasificadas como Tipo Ib y Tipo Ic, se diferencian al parecer de las del Tipo II porque han perdido su envoltura externa de hidrógeno antes de la explosión. La envoltura de hidrógeno pudo haberse perdido debido a una vigorosa emisión de materia anterior a la explosión o porque fue arrancada por una estrella acompañante. Más información (en inglés).