Un museo de monstruos marinos ficticios (3bis)
Los europeos, desde la más remota antigüedad hasta bien pasado el Renacimiento, creían que había una gran variedad de bestias extrañas en el mundo, viviendo en los océanos, en los lejanos rincones del mundo o en el sótano de sus vecinos. Si proyectamos la imaginación hacia un futuro posible: ¿qué clase de monstruos turbará la mente de los futuros exploradores espaciales? No creo que estemos en condiciones razonables de poder anticiparlo. Quizás, incluso la misma idea de la exploración espacial sea monstruosa.En una serie anterior, recorrimos en 22 pasos un museo de monstruos ficticios. Esta vez nos toca aprender sobre los monstruos marinos que inquietaban a quienes se internaban en las profundidades del océano. Los marinos contemporáneos de Colón no pensaban, en contra de lo que se cree popularmente, que navegarían hasta dar con el borde exterior de la Tierra. Sin embargo, estaban atemorizados por lo que podrían encontrar durante sus viajes. Su concepción de la vida marina se alejaba bastante de la realidad y comprendía desde suposiciones poco exactas sobre el comportamiento de las especies conocidas hasta representaciones imaginarias de animales que podían existir.
Año: 1755.
Científico / artista: Obispo Erik Ludvigsen Pontoppidan.
Publicado por primera vez en: Natural History of Norway.
Publicación actual: Monsters of the Sea de Richard Ellis.
El obispo Pontoppidan no sólo creía en las fábulas sobre un "kraken" —una criatura parecida a un pulpo— de casi 2,5 km de circunferencia, sino también en las serpientes marinas. En un libro que escribió sobre la historia natural de Noruega retransmitió la descripción, fechada de 1746, de una serpiente marina parecida a un caballo con grandes ojos negros, una larga melena blanca y, además, con un cuerpo enrollado como el de una culebra (clic en la imagen para ampliarla).
Fuente: Strange Science (en inglés).
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