lunes, junio 15, 2009

Diez cosas que no sabías sobre el Hubble (10)

El transbordador espacial Discovery partió el 24 de abril de 1990 hacia el espacio llevando a bordo un objeto revolucionario: el Telescopio Espacial Hubble. A la fecha era el telescopio óptico más grande y más sensible lanzado al espacio y, aunque en un principio no funcionó correctamente, no tardó en tomar algunas de las imágenes astronómicas más asombrosas y hermosas de todos los tiempos.

Cuando se diseñó al Hubble se tuvo en cuenta que éste pudiera ser actualizado periódicamente y al tiempo que se publican estas líneas los astronautas del transbordador espacial Atlantis (STS-125) están por instalar dos cámaras nuevas, además de reparar otras dos y reemplazar toda una serie de piezas del Hubble. Como la presente misión de mantenimiento del telescopio es la última prevista, éste parece ser un buen momento para escribir sobre el Hubble.

Además aunque posiblemente sea el telescopio más famoso del mundo —y casi podría asegurarse que es el único que la gente conoce por su nombre— aún así es muy probable que haya varias cosas acerca del Hubble que sorprenderán a más de un lector. Estas razones impulsaron a Phil Plait a publicar diez breves entradas sobre este venerable telescopio, como en su momento lo hizo con la Galaxia de la Vía Láctea y Plutón. Por supuesto, nadie subestima a los seguidores del blog y los hay muy versados en todo lo que tenga que ver con la astronomía. Sin embargo, hay muy buenas razones para creer que ninguno conocerá todas y cada una de las cosas tratadas en las diez secciones de esta serie —a menos, claro está, que haya operado el telescopio—, más aún cuando Phil Plait contará su propia experiencia con el observatorio. La serie promete ser muy interesante. Como ocurrió con las series anteriores, iré traduciendo y publicando las secciones durante los próximos días.


Pueden verse todas las imágenes del Hubble con más de un año de antigüedad

Desde que fuera lanzado en 1990 el Hubble realizó más de 100 mil órbitas alrededor de la Tierra y efectuó más de medio millón de observaciones diferentes. Ya los números son asombrosos, pero ¿sabían que pueden consultar —por lo menos potencialmente— todas esas imágenes? Bueno, casi todas.

Todos los datos obtenidos con el Hubble con más de un año de antigüedad se guardan en un archivo público. ¿Quieren enterarse qué observaba el Hubble el día de su cumpleaños de hace dos años o cuando nacía uno de sus hijos? Es fácil saberlo: consultando la base de datos. En muchos casos incluso es posible obtener una vista previa de la imagen. Por ejemplo, la imagen mostrada arriba corresponde a la galaxia espiral M51, también llamada la Galaxia del Remolino (clic en la imagen para ampliarla). La vista previa muestra los datos sin procesar, tal como salieron del telescopio y, por lo general, el resultado no es particularmente bonito. Para embellecerlo hay que procesarlo, lo que significa eliminar el marco negro, la raya diagonal del marco, dividir por el campo plano, marcar los píxeles malos, combinar numerosas exposiciones para borrar los rayos cósmicos, realizar una corrección geométrica... y si quieren una imagen color, hay que procesar cada uno de los filtros utilizados en la observación para después combinarlos con Photoshop o algún otro programa de tratamiento de imágenes.

Obviamente todo esto no lo puede hacer cualquier usuario, ya que incluso es un proceso bastante más complicado de lo que parece. En consecuencia no todos pueden extraer datos, porque si fuera posible los servidores del archivo tendrían serias dificultades en cumplir con las peticiones. Es necesario justificar la petición y abrir una cuenta. Y nada de empezar a bajar megas y megas de información, ya que como le pasó al propio Phil Plaitt, todo el mundo comenzó a mirarlo con mala cara.

Una aclaración con respecto al período de un año: los datos son propiedad de la persona que los tomó por el lapso de un año, de forma que los científicos involucrados en el proyecto tengan el tiempo para revisar los datos. Lleva tiempo procesar los datos y mucho más analizarlos. Si todo el mundo tuviera acceso instantáneo a todos los datos, alguien más experimentado podría aprovecharse y descubrir algo en los datos obtenidos por otro. Sin embargo, tampoco es justo que se retengan los datos para siempre. La solución de compromiso es, entonces, que la propiedad sobre los datos dura un año, con lo cual los científicos tienen el tiempo suficiente para examinar los datos y, al mismo tiempo, los empuja a realizar esa tarea. Parece ser una buena idea y, sorprendentemente, funciona bastante bien en la práctica científica real. Además, si un científico lo desea, puede liberar los datos antes del año, de manera que aquí todo el mundo gana.

Como nota personal, cuenta Phil Plaitt que en sus investigaciones debió utilizar datos obtenidos con anterioridad. Si en su equipo hallaban algo interesante en los datos propios, podían buscar observaciones más antiguas para ver que se había observado antes, o si había observaciones relacionadas. Y muchas veces, incluso si los datos todavía eran propietarios, los científicos involucrados estaban interesados en colaborar. Esto es algo llamativo en los científicos: es frecuente que sean abiertos, amistosos e interesados en ver lo que los demás están haciendo. Hay excepciones, por supuesto, pero son una minoría.

Quizás esto último sea lo que más les sorprenda de esta entrada. Pero es cierto.

Fuente: Bad Astronomy Blog (en inglés).

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