Madrugadas de conjunción (3)
Anticipaba en la primera entrada de esta serie que habría otras oportunidades en los días siguientes para observar más conjunciones: el domingo 3 se podía formar un arco con la Luna, Júpiter y Venus, y al día siguiente una formación triangular de los tres cuerpos mencionados.Parece increíble pero el tiempo acompañó toda esta semana con cielos despejados y ¿cómo no corresponder a esos regalos con un par de madrugones? Así que nos levantamos ambos días antes del amanecer. La conjunción más bonita era la del lunes, pero decidimos no arriesgar y tratar de ver ambas. Si el lunes se presentaba cubierto, bien, al menos habíamos disfrutado la conjunción del domingo.
Hubo dos diferencias importantes en la conjunción del domingo respecto a la del viernes: la primera era que la Luna se había acercado a unos 10° de los planetas mientras reducía su faz iluminada al 15% y, la segunda, que Venus, con su velocidad característica, no sólo había pasado al este de Júpiter, sino que se había alejado 2° de éste. Respecto a las similitudes, la más notoria era el brillo espectacular de Venus que por sí solo justifica el levantarse a esa hora.
A las 6 h del día siguiente, la Luna alcanzaba a Júpiter, y se ubicaba a su misma altura y al este, ya que está transitando los últimos tramos del nodo descendente. Con una hoz amarillenta y muy pronunciada —la faz iluminada era de poco más del 8%— sus cuernos apuntaban aproximadamente al punto medio entre Júpiter y Venus, cuya separación era de 3°30'. En cambio la distancia entre Júpiter y la Luna era un poco mayor y entre ésta y Venus otro poco más: 4°. Paso a paso la Luna iba descendiendo respecto a Júpiter hasta que a las 6:50 h, cuando ya comenzaba a clarear y la Luna se hacía blanca, se llegó a formar un triángulo isósceles bastante compacto, un guiño a los buscadores de imágenes geómetricas.
En un día normal de observación, ese habría sido el punto culminante y sólo habría quedado esperar al amanecer para irnos a dormir. Sin embargo, esa mañana había habido una sorpresa. Nos habíamos levantado más temprano porque según las efemérides pasaba la Estación Espacial Internacional a las 6:06 h: la nave tendría que aparecer por el nor-noroeste a 28° de altura con -2,2 de magnitud —o sea, más brillante que Júpiter; incluso como tiene un diámetro aparente mayor que el planeta, a la misma magnitud parece ser más brillante—, tomaba rumbo noreste hasta alcanzar los 68° y luego desaparecía a los 10° en el sureste, cuatro minutos después. Cuando nos levantamos fuimos directo al jardín de atrás de la casa para ver si el cielo estaba despejado y dar un vistazo a la conjunción. Luego salimos al balcón del frente de la casa para ver a la Estación Espacial. Cuando ésta nos superó, regresamos al jardín para ver el resto de la trayectoria: como pueden ver en la imagen —clic en la imagen para ampliarla o no van a entender nada; los puntos rojos son planetas, la punta de flecha roja indica el sentido de marcha del satélite—, la Estación Espacial pasó más allá de la Luna pero muy cerca de la conjunción, sumándose al asterismo y rivalizando con el brillo de Venus. Si hubo algún momento en que lamenté no tener una cámara digital, sin duda fue esa mañana.
Crédito de la imagen: Heavens Above.
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