domingo, enero 13, 2008

Simak y la ciencia ficción

Una opinión del escritor Clifford D. Simak, traducida de esta página, sobre la ciencia ficción:
Desde siempre me pareció que si existe algo así como la "corriente principal", la ciencia ficción debería pertenecer a ella, al menos marginalmente, porque todos los que escriben, sin importar lo que escriban, lo hacen dentro de los parámetros de una tradición literaria que evolucionó, se desarrolló y cambió con los años. Y esforzarse en separar la fantasía (que es un término bastante indefinible) de la ciencia ficción (tal vez tan indefinible como aquélla) surge del complicado asunto de discutir sobre cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler. Yo no creo que debamos hacer el intento de distinguir entre la fantasía y la ciencia ficción, y que el escritor, en especial, debería hacer caso omiso de cualquier línea artificial que exista entre ambas. Me parece que las mejores historias son fantasías, aunque se fundamenten en una sólida extrapolación científica, en conceptos ingenieriles llevados a un punto extremo o en otra cosa.
Estoy de acuerdo con Simak respecto de lo que dice sobre el punto de vista del escritor, por cuanto que un autor se encasille en un género o que se ponga una etiqueta en el momento de escribir, me parece que puede llegar a ser más una molestia o una limitación que una ayuda. En este sentido, el escritor debe escribir en función de sus ideas o de lo que le exija el texto, luego se analizará su pertenencia.

En cambio, me parece que la distinción entre fantasía y ciencia ficción tiene más sentido desde la perspectiva del lector. Yo leo ciencia ficción en el poco tiempo que tengo libre, pero casi nunca fantasía. No es para nada fácil establecer una distinción entre ambos géneros —si es que puede hablarse de dos géneros distintos—, pero también podemos ser pragmáticos: si suponemos con Simak que hay un continuo entre la fantasía y la ciencia ficción, en el que es posible reconocer con bastante seguridad los extremos —por ejemplo, nadie diría que El señor de los anillos es un libro de ciencia ficción (antes de que me pregunten: lo leí hace mucho y me pareció excelente)—, y que en su punto medio la distinción es más bien ardua y dependerá de los criterios que uno prefiera aplicar. En mi caso, los primeros criterios que tengo a mano son el apego a la racionalidad —buscos textos en los que se razone— y la exclusión de lo sobrenatural, que marcan la calidad de la explicación y los medios a los que recurre el autor para resolver la trama. Una dosis de fantasía no molesta, pero si el contexto general se ubica en ese reino, me termino aburriendo. Por supuesto, hay otros criterios y hay libertad para aplicarlos según cada uno.

Volviendo a Simak y al número de los ángeles danzarines, la respuesta es que caben infinitos de estos seres en la cabeza de un alfiler, sin importar si bailan o duermen, simplemente porque no ocupan lugar. Y acá sí estamos en el dominio de la fantasía, una ontología compatible con la superpoblación.