sábado, enero 12, 2008

Música para un hombre diurno

En estos días leí una novela de ciencia ficción que muchos consideran —y no les falta razón— como una de las mejores del género. La venía esquivando desde hace mucho —motivado por una mala interpretación de mi parte—, pero a raíz de un par de comentarios me decidí a leerla.

La novela presenta algunas rarezas —algo propio del género, no hay sorpresa aquí—, de las que voy a nombrar dos, no necesariamente las más importantes:

Pese a vivir en una ciudad —ficcional aunque ubicada en la California de los '70—, el protagonista tiene a su entera disposición un cielo espectacular. La contaminación lumínica característica de las ciudades modernas y cegadora implacable de los cielos no es un problema; el cielo brilla allí en todo su esplendor. Sin embargo, esta información no nos llega de manera directa —sólo es inferible, aunque con certeza, del argumento de la novela—, porque este hombre no muestra ningún interés en el cielo: nunca mira ni menciona la luna o las estrellas, no hay ni una palabra acerca de Orión, que debería estar dominando el cielo nocturno al comienzo de la novela, ni sobre las otras constelaciones; si pasara un cometa dividiendo el firmamento, él no se enteraría. Tal es la indiferencia del personaje por las cosas del cielo, se ve que no le iba la vida en ello. Es, a todas luces, un hombre diurno, un hombre solar.

Sólo encuentro una razón para disculpar ese desinterés y es que el protagonista cuando está en su casa —y típicamente se encierra en ella al anochecer— trata de llenar el terrible vacío de las horas escuchando música. Casi toda la música es clásica: por su reproductor se suceden sinfonías de Beethoven, Bernstein, Mozart y Schubert, entre conciertos y piezas de otros compositores, algunos muy conocidos y uno al parecer ficcional. Pero la música no es sólo una sucesión caprichosa de piezas sino que éstas toman peso significativo en la medida en que el autor recurre a ellas para describir o acentuar el estado emocional del personaje. La mayoría de las veces la relación se deja adivinar, en otras —quizá sólo a mí— quedo a oscuras. Como la noche.

Creo que estos datos son suficientes para identificar la novela: ¿la reconocen?