jueves, enero 24, 2008

Ajedrez y platonismo

El reciente fallecimiento de Bobby Fisher generó una ola de publicaciones —tanto online como en papel— relacionadas con el ajedrez. De una de ellas, cuyo autor es George Steiner (ver nota al pie), me interesaron en particular estos dos párrafos:
Para un verdadero jugador de ajedrez, el acto de mover treinta y dos piezas en un espacio de 8 x 8 casillas es un fin en sí mismo, un mundo muy completo al lado del cual la vida biológica, política o social resulta desordenada, aburrida y contingente. [...] Y no se trata de ganar dinero ni obtener conocimientos o renombre, sino de un encantamiento autista, tan puro como los cánones invertidos de Bach o la fórmula de los poliedros de Euler.

Allí radica indudablemente una de las verdaderas conexiones [entre la música, las matemáticas y el ajedrez]. A pesar de su riqueza de contenido, de toda la historia y las instituciones sociales relacionadas con ellas, la música, las matemáticas y el ajedrez son actividades maravillosamente inútiles (las matemáticas aplicadas son una especie de plomería sofisticada, o de música para ser interpretada por la banda de policía). Son metafísicamente triviales e irresponsables. Se resisten a conectarse con el mundo y aceptar la realidad como árbitro. Este es el secreto de su fascinación. Nos hablan –al igual que ese procedimiento más reciente llamado arte abstracto– de la capacidad del hombre para “crear cosas al margen el mundo”, de inventar formas alocadas, totalmente inútiles, austeramente frívolas. Dichas formas no toman en cuenta la realidad y, por lo tanto, son ajenas –como ninguna otra cosa– a la autoridad banal de la muerte.
En ese momento me interrumpió mi amigo Charlatandro, el sofista de las mil voces, quien llegó acompañado por algunos de sus discípulos. Enterado de mis meditaciones, ni lerdo ni perezoso hizo honor a su fama:

—La explicación de Steiner me sugiere —por no decir implica— un platonismo extremo. Contemos entre todos algunas de las ideas de Steiner, que para eso tenemos dedos.

—En el plano ontológico —dijo el discípulo de la derecha— Steiner distingue entre dos mundos o realidades independientes entre sí. Uno de esos mundos es el biológico —esto es, mortal—, entre otros aspectos; el del ajedrez no se rige por la mortalidad. El mundo biológico admite múltiples entidades, el del ajedrez muy pocas clases, con escasos individuos. El mundo biológico es un mundo desordenado, siendo el del ajedrez, en cambio, un mundo ordenado, sin sorpresas: todo lo que allí puede ocurrir es previsible. El mundo biológico es contingente, por lo tanto el del ajedrez, su mundo opuesto, es necesario; además, como este mundo es necesario y abiológico, nada puede morir, es un mundo regido por la eternidad y, en consecuencia, tiene presencia constante. Es y no puede dejar de ser. Por último, el mundo del ajedrez es un mundo puro, abstracto, alejado de lo empírico, que es el ámbito del mundo biológico.

—En cuanto al significado de esta ontología —comenzó diciendo el discípulo de la izquierda—, Steiner establece que hay jugadores de ajedrez verdaderos o auténticos, por lo tanto también los habrá falsos. El ajedrez, como es una actividad pura, es una finalidad en sí misma; de esta manera el ajedrez no estará motivado por finalidades pecuniarias, psicológicas o sociales: esto sería propio del jugador falso. Se identifican verdad y pureza. Se denigra toda aplicación práctica.

—Como si esto fuera poco —agregó un tercer discípulo—, Steiner también celebra la inutilidad del ajedrez, aspecto que le permitiría al ajedrecista separarse del mundo biológico e ingresar al otro mundo, al del ajedrez, al mundo de la eternidad, donde la muerte pierde su autoridad.

—Si el análisis de mis discípulos es correcto —dijo el maestro—, entonces podemos concluir que el ajedrecista corre serios problemas de enloquecer, como si estuviera en jaque perpetuo. El mundo verdadero no sería este mundo, el biológico, sino el abstracto, el del ajedrez. Y esto lo sostendría un simple mortal, uno que reniega de su condición.

—Pero maestro —intercaló otro de sus discípulos—, no hay dos mundos, sino uno solo, y es inevitable que el único mundo que hay se haga sentir en todo momento.

—Sí, el de Steiner es un caso extremo de platonismo, la glorificación del juego por sí mismo es la jugadora perdedora. No hay ajedrecista que sobreviva: el mundo biológico le dará un jaque mate en cualquier momento. Es cierto que el ajedrez es un juego dualista y la tentación de dividir al mundo en dos colores, blanco y negro —amigo y enemigo—, es muy grande. Pero es una jugada fatal. El mundo es uno y hay muchos más colores en juego que aquellos dos.

—Siguiéndote la idea —me permití apuntar—: aplicar la dualidad a todo el mundo es olvidar que el tablero forma parte de un único mundo, que los escaques no se continúan por fuera de los límites del tablero.

—No hay problema en jugar al ajedrez —concluyó Charlatandro—, pero lo que no se puede hacer es vivir al ajedrez.

Y luego de estos comentarios, Charlatandro y sus discípulos regresaron por donde habían venido.


(*) Fragmento de “Muerte de reyes”, en Extraterritorial. Ensayos sobre literatura y la revolución del lenguaje (Ed. Adriana Hidalgo, trad. Edgardo Russo). Reproducido en Página 12. Partida de ajedrez de Stefan Zweig, mencionado en el texto de Steiner, puede leerse, aunque quizá sea sólo un fragmento, aquí, según la información que me llegó de una lista amiga.

5 Sofismas:

El sáb ene 26, 12:27:00 a.m. 2008, Anonymous Anónimo escribió...

A mi lo que me intriga es saber desde qué mundo platónico se eligen los nombres de los campeones de ajedrez. ¿Será algún dios menor el que procura tantos fonemas K , A y R, para distinguir a los elegidos ?
KARpov, KAspARov,KRAmniK, ¿KAmsKy?
El próximo dominador estará entre KARjAKin y CARlsen...

 
El mié ene 30, 07:20:00 p.m. 2008, Blogger el sofista escribió...

O será una computadora llamada Human Cracker —hmmm, es de humor negro ¿no?

 
El sáb feb 02, 10:27:00 p.m. 2008, Anonymous Anónimo escribió...

.... y blanco, a partes iguales...:-)

 
El lun feb 04, 05:50:00 p.m. 2008, Blogger el sofista escribió...

O sea, el humor en colores dicotómicos —a la manera del ajedrez, pero hay otros colores en el humor, por ejemplo hay chistes verdes, ¿no?

 
El jue ene 24, 12:44:00 p.m. 2013, Blogger Yav Mar Kyn escribió...

... hago click en el invisible botón "me gusta". Me declaro ajedrecista, me declaro mortal.

 

Publicar un comentario

<< Home