jueves, enero 24, 2008

Espejismo lunar (cont.)

En la entrada anterior de esta serie había dicho que el 21 y el 22 de enero eran los mejores momentos para observar un espejismo lunar, pues a la mañana del segundo día habría Luna llena.

Anticipaba un cielo nublado para la noche del primer día y así fue, aunque no tan malo como podría parecer: para la hora de salida de la Luna había nubes pero el cielo no estaba cubierto del todo. El problema mayor fue que había nubes bajas y recién pudimos ver la Luna cuando estaba por los 15° de altura: se la veía amarillenta y aparentemente más grande de lo normal, pero nada espectacular. Además, al haberse alejado del horizonte, habíamos perdido la posibilidad de comparar su tamaño con el de otros objetos. En definitiva, la experiencia no era decisiva.

Quedó toda la expectativa para la noche del 22 de enero. El plan fue salir a la hora de la salida de la Luna a recorrer el barrio, buscando por entre algunas casas bajas una visión del satélite lo más cercana al horizonte posible. Luego de ir y venir por el vecindario, finalmente encontramos un buen lugar a tres cuadras de casa. Había nubes, como en la noche anterior, también algunas bajas, pero en general la visión era bastante mejor que la de la noche pasada. No tuvimos que esperar demasiado: a los pocos minutos la Luna salió lentamente por entre las nubes, a unos 5° sobre el horizonte: mejor vista que esa en esta ciudad es casi imposible. Se la veía grande, más grande incluso que el día anterior y sin duda más grande que lo habitual; de color amarillento bastante subido, pero sin tonos rosados.

¿Qué tanto más grande se veía la Luna? Según lo que habíamos leído, la ilusión óptica puede incrementar el tamaño de la Luna desde un veinte por ciento hasta el doble de tamaño. Para tener una idea aproximada de lo que estábamos viendo, tomamos varias mediciones —con tecnología casera, nada científica— de la Luna cuando estaba a los 7° sobre el horizonte y luego, un par de horas después, cuando estaba bien blanca y a una buena altura sobre el horizonte —no quisimos esperar más porque el cielo amenazaba cubrirse—. La diferencia que medimos para este espejismo lunar fue de un veinte por ciento, como mínimo, pero no mucho más.

La magnitud del espejismo podría haber sido más importante, pero hay que tomar en cuenta otro factor: la Luna no se encontraba en el perigeo —esto es, cuando está a su distancia mínima de la Tierra— sino alejándose de nosotros. Cuando la Luna llena y el perigeo coinciden, la Luna es aproximadamente un doce por ciento más grande que en el apogeo y su brillo se incrementa un tercio, como puede verse en la siguiente imagen:


Como el último perigeo de la Luna había sido el 19 de enero, se sigue que habríamos podido ver un espejismo lunar un poco más importante en la noche del 21. Pero como dije antes, las nubes tenían otros planes. De todas maneras tendremos revancha en un año, el próximo 10 de enero: la diferencia entre la Luna llena y el perigeo es de sólo 4 h.

Quedan invitados.

Nota: En la noche del 24 habrá una conjunción de la Luna con Saturno, el fenómeno bien vale aunque sea una mirada. Actualización: Nubes, nubes y nubes. Apenas vi a la Luna y a Saturno a través de la nubosidad por unos pocos minutos. Luego el cielo se cerró por completo.

Otra nota: Pueden consultar tablas del perigeo, apogeo y fases lunares en el FourmiLab. Ver imagen original con un breve texto explicativo (enlaces en inglés).