La más absoluta certeza (cont.)
Segundo análisis del microcuento de Ana María Shua —ver entrada anterior—:Pocas certezas es posible atesorar en este mundo. Por ejemplo, Marco Denevi duda con ingenio de la existencia de los chinos. Y sin embargo yo sé que en este momento usted, una persona a la que no puedo ver, a la que no conozco ni imagino, una persona cuya realidad (fuera de este pequeño acto que nos compete) me es completamente indiferente, cuya existencia habré olvidado apenas termine de escribir estas líneas, usted, ahora, con la más absoluta certeza, está leyendo.—¡Eso es falso! —dije por segunda vez ante este cuento—. No puede haber certeza absoluta porque hay una ambigüedad en la referencia del ahora. Puedo aceptar que el ahora de Shua —el momento en que escribió el cuento— corresponda con el de su futuro lector —un supuesto tramposo, pero lo acepto para poder plantear el argumento (*)—, pero en mi caso ese ahora quedó determinado para el iPod —el lector de la primera vez—, no para mí, que fui sólo un oyente. Mi ahora es otro ahora.
(*) Supuesto que podrán rechazar, a su criterio, quienes lean el cuento por primera vez.
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