jueves, enero 17, 2008

Cómo escribir ciencia ficción sin ser científico

Un tema que cada tanto reaparece es si un autor necesita estar graduado en ciencia o matemática para poder escribir ciencia ficción dura. Más allá del aparente contrasentido que plantea, en este artículo el escritor James Van Pelt dice que no es necesario y presenta ejemplos en apoyo de su respuesta: para empezar, él mismo, con estudios humanísticos en inglés e historia; autores famosos, como Fred Pohl y Ray Bradbury, nunca fueron a la universidad y Connie Willis era maestra de primaria antes de tener éxito en la ciencia ficción.

Sin embargo, la respuesta de Van Pelt no es absoluta, porque reconoce que para evitar papelones, quien no tenga estudios científicos tendrá que trabajar un poco más fuerte que el común de los autores del género e incluso hacer algo de trampa. Es probable que necesite ayuda para encontrar ideas y seguro que la necesitará con la ciencia que no conoce de primera mano. ¿Pero dónde encontrar esa ayuda? Según Van Pelt, en la librería más cercana:
Cuando salgo en busca de ideas, una técnica que me gusta mucho es dirigirme a la sección de ciencia de una librería. Allí puedo encontrar más ideas en el área que abarcan uno o dos pasos que las que podría alguna vez encontrar cuando estoy en casa sentado delante de mi computadora. Por ejemplo, medio al azar saqué algunos libros de las estanterías para escribir este artículo: el primero es un libro de Kate Kelly llamado "Eso no está en mi libro de ciencia: Una compilación de hechos poco conocidos". Al abrirlo en una página cualquiera, encontré este párrafo prometedor: "Científicos de la NASA informan que al 2006 más de nueve mil piezas de basura espacial estaban orbitando la Tierra, un riesgo que sólo podía agravarse en los años siguientes." La noticia da vueltas alrededor de mi cabeza y comienzo a pensar: ¿a quién le podría hacer daño? ¿A quién beneficiaría? ¿Qué consecuencias involuntarias podrían surgir? ¿Qué ocurriría si continúa esta situación? ¿Qué pasaría si vamos a Saturno y descubrimos que sus anillos no son más que el equivalente a latas de gaseosas descartadas y pañales descartables? [Marcas eliminadas.]
Luego Van Pelt pasa a analizar el resto de los libros, a los que aborda según el material que presentan, por cuanto algunos sirven como fuente de información, otros de ideas científicas y los restantes presentan discusiones en torno de las hipótesis científicas vigentes.

El punto interesante de la cita es la manera con que a partir de cuatro o cinco preguntas sencillas —incluso, hasta podría decirse básicas— comienza a desplegarse un amplio horizonte de posibilidades argumentales para una noticia que en una primera lectura parecía estéril o neutra. Si de aquí pudiera establecerse una metodología, no es la imaginación desbocada la marca de un autor de ciencia ficción sino que el factor que dispara la imaginación del escritor son algunas preguntas concretas. La diferencia entre autores con formación científica y aquellos que no la tienen es el objeto de las preguntas y las respuestas: los primeros podrán realizar todo el proceso por sí mismos mientras que los segundos necesitarán apoyo externo.

Dicho en otras palabras, la polémica respuesta de Van Pelt es que un escritor de ciencia ficción es tal por su oficio y no tanto por su conocimiento científico; si un escritor es hábil podrá incluso superar obstáculos tan complejos como la barrera epistémica de la ciencia.

¿Les parece plausible este argumento? ¿Por qué no hay, me pregunto, más escritores reconocidos de ciencia ficción dura no sajones, por ejemplo, latinoamericanos, como los hay en otros géneros literarios?

Vía SF Signal (enlaces en inglés).