miércoles, abril 28, 2010

Como si los jubilados no tuvieran problemas (12)

Imagínense cuál fue mi sorpresa cuando, mezclado entre los libros convencionales y esperables, di con un ejemplar de Logicomix en la biblioteca de los jubilados, una lectura muy recomendable (*). Esta novela gráfica se publicó el año pasado en los países sajones y no podía explicarme cómo pudo haber llegado tan rápido a estas provincias tan alejadas de la mirada platónica. Tampoco sabía que a alguno de los jubilados le gustara leer historietas, un género dirigido sobretodo a otras generaciones.

Ni bien me repuse del asombro salí al encuentro de los jubilados en busca de una respuesta. Y pasó lo que tenía que pasar, lo que siempre pasa con esta gente. Aníbal, el primero con el que me crucé, me dijo que un sobrino había comprado la historieta en uno de sus viajes al exterior y, conociendo sus aficiones lógicas, se la había regalado. —El formato de la novela fue para ponerme a tono con la época —agregó Aníbal, comentando sobre las intenciones de su sobrino, que todavía se encontraba de visita en la casa—. El resto de los jubilados fue llegando mientras hablaba con Aníbal, acompañados por un joven al que no conocía pero supuse que era el mencionado sobrino. Carlos asintió con la cabeza, dándole la razón en todo a Aníbal.

Pero la paz dialéctica es algo que casi nunca se da en esa casa. Beto dijo que el libro en realidad era suyo, aunque Daniel, cerrando la ronda, negó enfáticamente esta última posibilidad.

¿A cuál de los jubilados tengo que pedirle prestada la historieta? El supuesto sobrino me aseguró que por lo menos dos de los jubilados dijeron la verdad y uno mintió.

Respuestas en los comentarios (clic en sofismas). Tomen en cuenta que lo importante es fundamentar las respuestas por vía lógica y no recurriendo a las artes adivinatorias.

Volver al problema anterior.


(*) Logicomix, cuyo subtítulo es Una búsqueda épica de la verdad, es una novela gráfica en inglés sobre el logicismo, esto es, el movimiento filosófico y lógico que, iniciado hacia el último cuarto del siglo XIX y finalizado en los años treinta del siglo XX, intentó fundamentar la matemática a partir de la lógica. Para este cometido el argumento de la novela se basa en la historia de la búsqueda del conocimiento absoluto, una aventura intelectual que dejará a la mayor parte de los protagonistas al borde mismo de la locura —si no directamente en su reino—.

Aunque parezca algo casi imposible de conseguir —ya hablar de una historieta sobre lógica y matemática es un asunto muy raro—, los autores, Apostolos Doxiadis y Christos Papadimitriou, llevan muy bien la aventura mediante un diálogo ingenioso y con bastante humor —por ejemplo, me resultó muy gracioso el primer encuentro entre Russell y Frege—. La presentación gráfica de la novela, realizada por Alecos Papadatos y Annie Di Donna, es impecable, acompañando y realzando los aspectos claves de la aventura. Es casi una perogrullada decir que las ideas y conceptos involucrados en la búsqueda de los fundamentos tuvieron que ser simplificados para llegar a un público no académico, pero aún así queda en pie lo fundamental.

En cuanto a la verosimilitud histórica, los autores se tomaron algunas licencias lakatosianas con los hechos —salvadas en su mayor parte en las páginas finales de la novela—, algo que se justifica en aras del argumento y por el medio gráfico elegido.