jueves, enero 22, 2009

Un museo de monstruos marinos ficticios (38)

Los europeos, desde la más remota antigüedad hasta bien pasado el Renacimiento, creían que había una gran variedad de bestias extrañas en el mundo, viviendo en los océanos, en los lejanos rincones del mundo o en el sótano de sus vecinos. Si proyectamos la imaginación hacia un futuro posible: ¿qué clase de monstruos turbará la mente de los futuros exploradores espaciales? No creo que estemos en condiciones razonables de poder anticiparlo. Quizás, incluso la misma idea de la exploración espacial sea monstruosa.

En una serie anterior, recorrimos en 22 pasos un museo de monstruos ficticios. Esta vez nos toca aprender sobre los monstruos marinos que inquietaban a quienes se internaban en las profundidades del océano. Los marinos contemporáneos de Colón no pensaban, en contra de lo que se cree popularmente, que navegarían hasta dar con el borde exterior de la Tierra. Sin embargo, estaban atemorizados por lo que podrían encontrar durante sus viajes. Su concepción de la vida marina se alejaba bastante de la realidad y comprendía desde suposiciones poco exactas sobre el comportamiento de las especies conocidas hasta representaciones imaginarias de animales que podían existir.

Año: 1558.
Científico: Conrad Gesner.
Publicado por primera vez en: De Piscium & Aquatilium Animantum Natura.
Publicación actual: Curious Woodcuts of Fanciful and Real Beasts, de Conrad Gesner.

El naturalista Conrado Gesner también retrató una ballena tan grande que un grupo de marineros desventurados la confundió con una isla (clic en la imagen para ampliarla). Mientras que los marineros encienden un fuego y cocinan sobre el lomo de la ballena, este cetáceo de rasgos porcinos pretende engullirse la nave. Según parece, para cuando Gesner describiera esta criatura, los europeos bien informados ya no creían en ballenas de dimensiones monstruosas. Sin embargo eso no impidió que dichas ballenas siguieran apareciendo en las publicaciones impresas.

Fuente: Strange Science (en inglés).

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