sábado, diciembre 27, 2008

Un museo de monstruos marinos ficticios (14)

Los europeos, desde la más remota antigüedad hasta bien pasado el Renacimiento, creían que había una gran variedad de bestias extrañas en el mundo, viviendo en los océanos, en los lejanos rincones del mundo o en el sótano de sus vecinos. Si proyectamos la imaginación hacia un futuro posible: ¿qué clase de monstruos turbará la mente de los futuros exploradores espaciales? No creo que estemos en condiciones razonables de poder anticiparlo. Quizás, incluso la misma idea de la exploración espacial sea monstruosa.

En una serie anterior, recorrimos en 22 pasos un museo de monstruos ficticios. Esta vez nos toca aprender sobre los monstruos marinos que inquietaban a quienes se internaban en las profundidades del océano. Los marinos contemporáneos de Colón no pensaban, en contra de lo que se cree popularmente, que navegarían hasta dar con el borde exterior de la Tierra. Sin embargo, estaban atemorizados por lo que podrían encontrar durante sus viajes. Su concepción de la vida marina se alejaba bastante de la realidad y comprendía desde suposiciones poco exactas sobre el comportamiento de las especies conocidas hasta representaciones imaginarias de animales que podían existir.

Año: 1694.
Científico: Pierre Pomet.
Publicado por primera vez en: Histoire Générale des Drogues.
Publicación actual: The Unicorn de Nancy Hathaway.

Pomet realizó ilustraciones de un unicornio marino (arriba) y un narval (abajo). La segunda criatura, a diferencia de la primera, era real y su cuerno a menudo se confundía con —o se le hacía pasar adrede como— un cuerno de unicornio, el que se creía que podía curar toda clase de enfermedades y envenenamientos. Como las principales familias europeas mostraban una gran afición por el envenenamiento de sus propios familiares, siempre había demanda para tales antídotos. No mucho después de que se publicara el libro de Pomet, los científicos identificaron al narval como un "unicornio falso".

Fuente: Strange Science (en inglés).

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