domingo, mayo 04, 2008

¿Dónde están todas las mujeres?

Emily Lakdawalla, de The Planetary Society (en inglés), responde por qué tan pocos de los accidentes del terreno mercuriano llevan nombre de mujer y, con esta excusa, devela el cuerpo celeste que reúne la inmensa mayoría de las mujeres. Además plantea el problema creciente de las denominaciones y propone una solución.

Hay casi mil cráteres con nombre propio en Venus y todos ellos llevan nombres de "mujeres fallecidas que han realizado contribuciones excepcionales o fundamentales en su campo" si tienen más de 20 km de diámetro o "nombres de pila femeninos comunes" si su diámetro es menor. Las pateras venusinas —cráteres de poca profundidad con bordes irregulares y a veces ondulados— también llevan nombres de "mujeres famosas", lo que abre la puerta a mujeres que fueron famosas pero cuyas "contribuciones" no llegaron a ser "excepcionales o fundamentales"; aunque, si se mira la lista no se ve que la Unión Astronómica Internacional (UAI) haya dispuesto tal distinción, por cuanto entre las pateras venusinas se encuentran lumbreras tales como Bodicea —reina de los celtas—, Sacajawea —guía e intérprete de la expedición de Lewis y Clark— y Safo —la poetisa griega—. Parte del problema es que a veces accidentes catalogados como cráteres fueron reclasificados como pateras y viceversa. Sólo hay tres lugares de Venus que llevan nombres masculinos y eso se debe a que fueron denominados antes de la era espacial, a partir de mapas creados por radares ubicados en la Tierra: se trata de los Montes Maxwell, Alpha Regio y Beta Regio.

En la imagen, el cráter Dickinson de 65 km de diámetro, ubicado en la Atalanta Planitia, cerca del polo norte venusino.

No obstante, la asignación de estas categorías para nombrar los accidentes venusinos tiene su costo. No hay nada en las "reglas" para denominar los cráteres de Mercurio que diga que deban emplearse nombres masculinos. Sin embargo, hay una regla de la UAI que desalienta la duplicación de los nombres. El hecho de que las características del terreno venusino lleven el nombre de mujeres, en combinación con las excelentes imágenes que las misiones Venera y Magallanes enviaron del 97 por ciento del planeta —creando una larga lista de accidentes necesitados de un nombre—, implicó que todos los nombres de mujeres distinguidas utilizados en Venus no puedan ser empleados en otros mundos. Por eso hay muy pocos cráteres de Mercurio con nombres de mujeres importantes —ejemplos son Brontë, Khansa, Mistral, Sor Juana y Sveinsdóttir—. La UAI, al disponer que los accidentes venusinos llevaran nombres de mujer, quiso reconocer a un grupo de seres humanos históricamente poco apreciado, en particular a aquellas mujeres que pudieron haber sido desdeñadas en su época y a lo largo de la historia a causa de su sexo. Y esta medida de la UAI tuvo éxito: la cartografía venusina necesitaba miles de nombres, muchos de los cuales no se habrían aplicado a accidentes del planeta de no mediar esa disposición. Pero tuvo un efecto secundario no deseado: eliminó los nombres femeninos de la ya exigua lista de nombres para los accidentes de Mercurio, la Luna y Marte.

Quizás este problema no tenga solución. Después de todo, las mujeres están recibiendo un homenaje merecido y los accidentes venusinos y otros a lo largo del Sistema Solar llevan sus nombres. Sin embargo, la autora se pregunta si realmente confunde a alguien que un cráter en Marte y otro en Venus lleven el mismo nombre. Por lo general y por el contexto es bastante obvio de qué planeta se trata. Las reglas fueron escritas cuando todos estos lugares estaban vagamente cartografiados. Ahora que hay orbitadores con resoluciones menores a los 100 m en todos esos mundos, se está haciendo muy difícil confeccionar listas de nombres lo suficientemente largas como para satisfacer la demanda: ¿por qué no reusar Dickinson y Austen en Mercurio?

La UAI ya permite la reutilización de algunos nombres en ciertas circunstancias. Nombres de diosas femeninas y heroínas, tanto reales como imaginarias, fueron tradicionalmente aplicados a asteroides, por lo menos en los comienzos. Y es posible encontrar muchos asteroides cuyos nombres fueron reutilizados en otras partes: muchos asteroides comparten sus nombres con las lunas de los planetas exteriores (por ejemplo: Europa, Io, Dione y Kalipso/Calipso). Sin embargo, es probable que haya algunos nombres, como Perséfone y Cerbero, que la UAI hubiese preferido que no se aplicaran a asteroides y se dejaran reservados para objetos trans-neptunianos: parecen creer que sería confuso el que dos cuerpos pequeños lleven el mismo nombre, aun cuando estén en zonas muy diferentes del Sistema Solar.

En realidad no es culpa de la UAI que no pudieran prever los descubrimientos posteriores y que no hayan reservado una lista de nombres para lugares todavía no conocidos. Por cierto no tenían manera de prever el ritmo gradual de descubrimiento de accidentes en la superficie de todos estos cuerpos del Sistema Solar. Ahora que hay tantísimas cosas a las que le falta un nombre, quizá podría tener sentido que se flexibilice la restricción en la reutilización de los nombres. Pero si se permite la reutilización de los nombres que llevan los accidentes venusinos en otros mundos, entonces la restricción de nombres femeninos para Venus comienza a parecer un poco sexista.

En conclusión: este problema podría no tener solución, lo que no parece ser grave ya que el mundo está lleno de esta clase de problemas.