domingo, mayo 04, 2008

Cuestionan la estabilidad del Sistema Solar

Un equipo de científicos expresó su preocupación de que el Sistema Solar no sea tan estable como parece. Los ocho planetas —más Plutón y otros cuerpos menores— giran despreocupadamente alrededor del Sol y parecen gozar de una estabilidad gravitacional a muy largo plazo. Pero como Júpiter tiene una influencia gravitacional enorme sobre sus hermanos, especialmente los más pequeños, parece que las perspectivas son sombrías para estos últimos. La enorme atracción de Júpiter parece estar forzando a Mercurio a recorrer una órbita incrementalmente excéntrica y mortal, a resultas de lo cual es posible que arroje al pequeñín al paso de Venus. Para empeorar las cosas, esto podría tener graves consecuencias para la Tierra.

Júpiter parece estar causando algunos problemas planetarios. El gigante gaseoso gira alrededor del Sol a una distancia de aproximadamente 5 unidades astronómicas (UA) —748 millones de kilómetros—, esto es, cinco veces más lejos del Sol que la Tierra. Aunque la distancia pueda parecer enorme, la atracción gravitacional de este planeta —equivalente a 318 veces la masa de la Tierra— es muy importante para los planetas interiores del Sistema Solar, incluyendo al diminuto Mercurio. Mercurio gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, que se extiende desde las 0,47 UA en el afelio a las 0,31 UA en el perihelio, y tiene una masa equivalente al 0,055 de la terrestre —eso es casi cinco veces la masa de la Luna—.

En simulaciones a largo plazo de las órbitas de los cuerpos del Sistema Solar, un equipo de científicos franceses y californianos han descubierto algo muy inquietante. Jacques Laskar, del Observatorio de París, junto a Konstantin Batygin y Gregory Laughlin de la Universidad de California en Santa Cruz, encontraron que la gravedad de Júpiter podría perturbar aún más la órbita excéntrica de Mercurio. Tanto es así que la simulación predice que la órbita de Mercurio podría extenderse hasta la órbita de Venus o podría caer simplemente en el Sol. Los investigadores formularon cuatro posibles modelos de lo que ocurriría si la órbita de Mercurio se desequilibra:
  1. Mercurio chocará con el Sol.
  2. Mercurio será expulsado del Sistema Solar.
  3. Mercurio chocará con Venus.
  4. Mercurio chocará con la Tierra.
Obviamente la última opción es el peor escenario para nosotros, pero en todos los casos habrá malas noticias para Mercurio y así pareciera que el destino del planeta está sellado. ¿Cuál es la probabilidad de que Mercurio pueda chocar con la Tierra? Si llegara a ocurrir, el asteroide que muy probablemente eliminó a los dinosaurios parecerá como una gota en el océano comparado con un planeta de 4880 km de diámetro cayendo sobre nosotros. Quedará muy poco en pie luego del impacto de esta bola de demolición (en la imagen, clic para ampliarla).

Pero hay un truco: sólo hay un 1 por ciento de probabilidades de que las inestabilidades gravitacionales del interior del Sistema Solar puedan causar alguna clase de caos antes de que el Sol se convierta en una Gigante Roja y se trague a Mercurio, Venus, Tierra y Marte dentro de 7 mil millones de años. En consecuencia, no hay necesidad de comenzar a desearle la muerte a Mercurio todavía... hay una chance muy baja de que alguno de estos modelos llegue a darse. Sin embargo, hay buenas noticias para Marte: los investigadores también han encontrado que si sobreviene el caos, el Planeta Rojo podría ser expulsado del Sistema Solar y posiblemente escape de la expansión del Sol. Por lo tanto, ¡comencemos a colonizar Marte! Bueno, siempre y cuando sea dentro de un par de miles de millones de años...

El resultado de la investigación será publicado por Batygin y Laughlin en The Astrophysical Journal.

Fuentes: Ian O'Neill para Universe Today y Daily Galaxy (enlaces en inglés). En esta última fuente, el escenario es apocalíptico: no habría necesidad de preocuparse por Mercurio porque, según predice el astrofísico Martin Rees en su libro Our Final Century, sólo tendríamos un 50 por ciento de probabilidades de llegar al siglo XXII. ¿Pero ahora qué o quién se desequilibra?