El rayo verde
Preguntaban en Tam Tam si mirando fotos de amaneceres y atardeceres —por ejemplo, las de esta galería— es posible distinguir cuál es la imagen de un amanecer y cuál de un atardecer.Según entiendo no hay forma de hacerlo: por más atención que uno ponga en la fotografía, la salida y la puesta del sol son fenómenos visualmente similares y no se los puede distinguir a partir de la inspección de la imagen, por más cuidadosa que sea. Se necesitan otros elementos —un contexto significativo— para poder establecer en qué momento del día se tomó la fotografía.
Pero no siempre creí lo mismo. Cuando era chico leí una novela de Emilio Salgari (*) en la que uno de los protagonistas afirma la existencia de un fenómeno asociado de forma exclusiva al atardecer y, por lo tanto, esa relación nos brinda un criterio para distinguir entre algunos amaneceres y atardeceres. Dice así:
—Pero, ¡qué puesta de sol tan soberbia! —exclamó en aquel momento Damna.Pero no es así: el rayo verde puede darse tanto al amanecer como al atardecer y en otras zonas del planeta. Pocas veces se lo observa al amanecer porque casi nadie sabe con certeza la dirección y el momento exacto por donde saldrá el Sol —por supuesto se puede calcular o buscar los datos en tablas— y el rayo verde dura muy pocos segundos; por el contrario, es mucho más sencillo y nada técnico seguir la trayectoria del Sol en un atardecer.
—Las que se admiran en estos mares son las más hermosas que pueden contemplarse —dijo Yáñez—. Tienen colores que no se ven en ningún otro sitio. Si están ustedes atentos, verán el famoso rayo verde.
—¡Un rayo verde! —exclamaron Damna y el americano.
—Y espléndido, Damna; es un fenómeno maravilloso, que tan sólo se puede admirar en los mares de Malasia y en el océano Indico. El cielo está muy puro y probablemente podrás verlo. Espera a que el borde superior del sol esté a punto de sumergirse.
—¿Es posible que de todos esos fulgores de incendio pueda surgir un rayo de ese color? —exclamó.
—Estoy seguro de no equivocarme; pongan ustedes atención.
El sol se hundía tras un océano de luces, cuyos colores iban variando poco a poco por efecto del estado higrométrico de la atmósfera y de la distancia que separaba al astro del cenit.
Mientras iba sumergiéndose en el océano, se difundía por el cielo una luz roja y amarillenta, que adquiría con gran rapidez un tono violáceo que se desvanecía insensiblemente en un fondo azul grisáceo.
El borde superior del disco solar estaba a punto de desaparecer, cuando de improviso surgió un rayo completamente verde, de una belleza tal, que arrancó sendos gritos de admiración a Damna y al americano.
Durante algunos instantes se proyectó sobre el agua, y en seguida desapareció de pronto, a tiempo que el último segmento del astro rey se ocultaba tras la movible superficie.
—¡Magnífico! —exclamó Horward.
—¡Soberbio! —había dicho Damna—. ¡Jamás había visto un rayo de ese color!
—Porque has recorrido estos mares muy pocas veces —respondió Yáñez.
—¿Y no puede verse en otros lugares? —preguntó Kammamuri, que se había reunido con ellos.
—Es dificilísimo, porque tienen que concurrir condiciones excepcionales de limpieza y pureza de la atmósfera y solamente en estos parajes se dan con frecuencia.
Más información, incluyendo explicaciones, fotografías y enlaces, en esta página (en inglés) o en esta otra. La imagen es una reducción de esta fotografía (en alemán, pero que eso no les impida recorrer la página para ver fotos espectaculares sobre fenómenos atmosféricos).
(*) Emilio Salgari, El Rey del Mar, Ed. Porrúa, México, 1974, p. 71. Para los que tienen otra edición de la novela, la escena es parte del Cap. XIII, El desastre del "Mariana". También Julio Verne, otro de mis autores preferidos de aquellos años, escribió una novela sobre El rayo verde,
Nota: La novelas mencionadas de Salgari y de Verne las pueden descargar desde aquí.
2 Sofismas:
muy bueno gracias por postearlo
Por nada :)
Todavía estoy por ver el rayo verde..., algo difícil de lograr por esta zona.
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