El Sputnik, su forma y su destino.
Leyendo una nota (en inglés) sobre el Sputnik —de cuyo lanzamiento se cumplirán cincuenta años en un par de días, hay mucha información en los enlaces de esta entrada Alas rojas—, me entero de lo siguiente.El Sputnik había sido construído a toda velocidad —en menos de tres meses—, pues los soviéticos tenían como objetivo principal ser los primeros en colocar un satélite en órbita y la presión norteamericana se hacía sentir. A fin de no retrasarse con el proyecto, no se incluyó ningún instrumento científico. Los diseñadores soviéticos le presentaron a Sergei Korolyov, el científico a cargo del proyecto, una esfera presurizada de aluminio con dos radiotransmisores y cuatro antenas (en la imagen). Un proyecto anterior tenía un diseño alternativo, un satélite con forma cónica.
No hay misterio en esto. Conocemos la forma del Sputnik y sabemos qué diseño eligió Korolyov, pero lo que me llamó la atención fue el criterio utilizado por Korolyov.
Boris Chertok, uno de los fundadores del programa espacial soviético y ayudante de Korolyov, recuerda que éste dijo:
La Tierra es una esfera y su primer satélite también debe tener la forma esférica.Hasta ahora había creído que la forma del satélite se basaba en rigurosas y oscuras normas ingenieriles, pero la declaración de Chertok apunta en una dirección totalmente distinta: Korolyov, por sobre cualquier otro criterio, tomó su decisión basado en un argumento de orden estético, fue movido por la sencilla idea de semejanza entre formas. Aunque por su origen fuera un objeto artificial, al entrar en órbita el Sputnik se convertía en un cuerpo celeste y en cuanto tal debía asumir la forma correspondiente a su nuevo estatus: la esférica.
Una pequeña reivindicación de la Estética, la cenicienta entre las ramas de la filosofía.
Imagen ampliada.
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