Cita con Mercurio
Finalmente se me dio. Luego de varios intentos fallidos —el último a fines de agosto— y de casi diez días de cielo totalmente cubierto —por el que me perdí el eclipse de sol—, hoy pude observar a Mercurio por primera vez.Aunque las condiciones para observar a Mercurio son mejores en la Argentina que en Europa —por ejemplo, se dice que Copérnico, Tycho Brahe y Newton nunca pudieron observarlo—, tampoco es fácil conseguirlo en plena ciudad. Como ya había contado, no tengo buena visión del oeste, de manera que objetos a poca altura sobre el horizonte son muy difíciles de ver, o por los edificios o por bruma.
Hoy era una muy buena oportunidad para probar suerte: Mercurio estaba cerca de su máxima elongación —a la máxima distancia angular del Sol—, el cielo se había abierto bastante a partir de las 17 hs y, además, podía guiarme por Spica, a un par de grados de Mercurio —el sábado estarán en una muy cercana e imperdible conjunción—. Una vez ubicados a simple vista entre las ramas de un árbol —el mismo entrometido del eclipse de luna pasado— me corrí para el fondo, donde tenía el telescopio preparado. Luego de acomodarlo para esquivar cables y tejados, tuve unos veinte minutos de visión aceptable. Luego las nubes —las infaltables nubes— se lo llevaron, apenas lo pude volver a ver por un par de minutos hasta que lo perdí definitivamente a los 6° de altura.
Mañana vuelvo a intentarlo, con la esperanza de tener mejor cielo para resolver la fase.
De todas maneras, en lo que a mí respecta ha quedado superada la maldición de Mercurio.
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