¿Se alquila la casa del ser?
Leyendo una entrevista al filólogo español Alberto Gómez Font, me llamó particularmente la atención esta parte:– En referencia a los medios de comunicación, en este tiempo el español neutral se presenta como un valor; es casi una necesidad para la comunicación...Hay algo que no me gusta de esta manera de pensar; puedo ser sólo yo, pero me sugiere que por esa vía se llegará a que el lenguaje de los hispanohablantes, tan rico por sus variedades, se despoje de su multiplicidad y quede reducido, además, a la sola función informativa.
– Es una necesidad pero no hay que confundirse: lo es sólo para determinados medios de comunicación de vocación internacional dentro del mundo hispánico. Es necesario por cuestiones meramente comerciales: hay que descender ahí a lo mundano y económico. Una agencia de noticias como Reuters, Associated Press o EFE, que venden noticias en español para clientes de todo el mundo hispanohablante, no puede permitirse el lujo de escribir las noticias cargadas de palabras que los clientes que las reciben no entiendan y tengan que andar cambiándolas. Cuanto más neutro y estándar sea ese español, más contentos estarán los clientes. Este mismo fenómeno que, curiosamente, no puede darse ni en el diario Clarín de Buenos Aires ni en El País de Madrid –porque son diarios que aunque se vendan fuera se dirigen al público local– está ocurriendo en los periódicos en español de Estados Unidos, puesto que son diarios escritos en español por periodistas españoles de distintas nacionalidades y cuyos lectores son hispanohablantes también de distintas nacionalidades. Tienen que buscar ese español común para llegar a todos los que reciben esa información.
Aunque, adelantándose a las posibles críticas que pudiera despertar el fomento de este español internacional, el filólogo advierte que su uso no está pautado para el ámbito local, también subraya que, en la actualidad, la velocidad de las comunicaciones hace que cada día los hispanohablantes hablemos más parecido.
Imaginemos, a los fines de un ejercicio hipotético, que el español neutral se impuso en las agencias de noticias. Pero una vez hecha la senda, tan trabajosamente, ¿por qué no aprovechar y circular por ella? Es ingenuo creer que todo fuera a detenerse ahí, el uso del español neutral se impondrá en otros sectores por su función económica y eficiencia para la distribución general de productos, no sólo puede distribuir noticias. Será el lenguaje que seguramente utilizará una empresa de software internacional —pienso en una en especial, conocida por sus prácticas monopólicas, pero la seguirán otras, sin duda— para traducir la interfaz de sus programas y de sus manuales —adiós localización—, ahorrando así costos. También las editoriales internacionales o las cadenas de noticias tipo CNN querrán ahorrar costos y apostarán por el español neutral. Luego vendrán las farmacéuticas, porque si la droga es única, que venga envuelta en el español único, digo neutral. También, porqué no, el ejemplo podría ser seguido por la industria cinematográfica, que implantará el doblaje único para todo el mundo hispanohablante; y nada de tonadas o regionalismos, también el habla se hará neutral. Y así, ad nauseam.
Y una vez que los sectores económicos internacionales y los medios de comunicación usen el español neutral, con toda la influencia sobre la población que eso implica —el mismo Gómez Font afirma que los medios de comunicación tienen la responsabilidad de dirigir el futuro de la lengua, ¿quién seguirá hablando en el lenguaje local? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que se conviertan en lenguas muertas? ¿Llegaremos al extremo de un español neutral erigido en el discurso único?
Quisiera creer que esto no va a ocurrir y que el ejercicio en parte es especulación y en otra mucha exageración, un ejemplo de la confusión mencionada por el filólogo al principio de la cita.
De todos modos, hay peligro, que acecha desde hace mucho tiempo y que está en otro plano de la existencia. Aunque no se refiere en particular al español neutro, éste podría llegar a convertirse en una instancia más de lo que dice Martin Heidegger en Carta sobre el Humanismo:
La decadencia del lenguaje últimamente muy mentada —y por cierto con gran atraso— no es, sin embargo, la causa, sino ya la consecuencia del proceso de que el habla, bajo el dominio de la moderna Metafísica de la subjetividad, se sale casi inconteniblemente de su elemento. El habla nos niega todavía su esencia: que ella es la casa de la verdad del Ser. El habla, más bien, se entrega a nuestro mero querer y negociar, como un instrumento de dominio sobre el ente.
2 Sofismas:
No parece casual que el principal mecenas del Diccionario Panhispánico de Dudas sea la Fundación Telefónica. (Telefónica no sólo posee intereses en telefonía sino también en medios de comunicación en toda América.)
Gracias por el dato, no estaba al tanto de ese patrocinio de Telefónica —que en definitiva es publicidad institucional. Demás está decir que esa empresa sería una de las beneficiarias del español neutral.
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