lunes, marzo 30, 2009

Posibles volcanes de lodo en Marte

¿Es un volcán de lodo esta intrigante formación geológica marciana? Si tal fuera el caso, ¿podría revelar la presencia de colonias de microbios marcianos?

(clic en la imagen para ampliarla a 800 x 600 píxeles o verla mucho más grande). Hace poco se propuso esta interesante hipótesis y parece dar cuenta de algunas observaciones recientes llevadas a cabo en el Planeta Rojo. En primer lugar, relieves como el mostrado en la imagen presentan más semejanzas con los volcanes de lodo terrestres que con los volcanes de lava y otros cráteres de impacto que se encuentran en Marte. En segundo lugar, la colina tiene una superficie insólitamente texturada, un hecho que podría deberse a hielo fracturado. Imágenes infrarrojas tomadas desde el espacio indican que estas colinas se enfrían más rápido que las rocas circundantes, tal como lo haría una colina de lodo secada. Además, la forma en que estas colinas reflejan la luz permite pensar que el material que las constituye se formó en presencia de agua. Por último, se han encontrado en Marte extraños penachos de gas conteniendo metano cuyo origen no ha podido determinarse. Es posible pensar, entonces, que dichos penachos de gas fueron liberados por volcanes de lodo (*)



en los que el lodo inicialmente caliente albergaba micro-organismos productores de metano que se encontraban en un lago subterráneo e invisible desde la superficie. La imagen de hoy presenta uno de estos posibles volcanes de lodo de más de 100 m de diámetro; dicho candidato está situado en las planicies del hemisferio septentrional de Marte.

Vía Foto astronómica del día correspondiente al 30 de marzo de 2009. Esta página ofrece todos los días una imagen o fotografía del universo, junto con una breve explicación escrita por un astrónomo profesional. Crédito: HiRISE, MRO, LPL (U. Arizona), NASA (en inglés).

(*) El volcán de lodo del video no está en Marte sino en Qobustan, Azerbaiján. No son volcanes calientes sino fríos, pero de todas formas no conviene caer en uno de ellos, por cuanto algunos pueden tener 300 m de profundidad.