jueves, mayo 05, 2005

Anecdotario. El terror a las alturas.

El otro día presencié parte de una clase de Charlatandro, el sofista de las mil voces, en la que comentaba un texto de Carl Hempel, en Filosofía de la Ciencia Natural:
Antes de que Torricelli introdujera su concepción de la presión del mar de aire, la acción de las bombas aspirantes se explicaba por la idea de que la naturaleza tiene horror al vacío y que, por tanto, el agua sube por el tubo de la bomba para llenar el vacío creado por la subida del pistón. La misma idea servía tambien para explicar otros diversos fenómenos. Cuando Pascal escribió a Périer pidiéndole que realizara el experimento del Puy-de-Dôme, argüía que el resultado esperado constituiría una refutación "decisiva" de esta concepción:
Si ocurriera que la altura del mercurio fuera menor en la cima que en la base de la montaña ... se seguiría necesariamente que el peso y la presión del aire es la única causa de esta suspensión del mercurio, y no el horror al vacío: porque es obvio que hay mucho más aire ejerciendo presión al pie de la montaña que en la cumbre, y no se puede decir que la naturaleza tenga más horror al vacío al pie de la montaña que en la cumbre.

"Aquí Pascal se equivoca —comentaba Charlatandro. No sólo esto último es factible de ser afirmado, sino que además confirma el verdadero resultado del experimento de Périer: porque una mente abierta claramente comprende que el horror de la naturaleza al vacío decrece en la misma medida que aumenta su terror por las alturas.

Suena muy inapropiado que los científicos conspiren para ocultar la simple y verdadera esencia de la naturaleza, tan magistralmente explicada por Escritóteles, el de la pluma ligera."