El Sofista
martes, enero 31, 2006
lunes, enero 30, 2006
Lo público y lo privado
En pocas palabras, el asunto puede plantearse en estos términos: Hannah Arendt, en una visita a Amsterdam, visitó a una tal Renate Rubinstein y a un grupo de sus amigos en su domicilio. En octubre de 1965, su anfitriona le escribe una carta en la que le solicita su permiso para publicar un artículo en una revista local en el que daría cuenta de lo conversado en aquella reunión. Si Hannah Arendt lo considera necesario, R. Rubinstein se ofrece a enviarle un borrador del artículo o a olvidar todo el asunto si ella así lo considera.Esta es la respuesta de Hannah Arendt:
No, no es necesario que me envíe una copia mecanografiada de su artículo porque confío totalmente en usted.A causa de los años transcurridos, doy por sobreentendido que publicar la traducción de esa carta no implica violar ninguna privacidad ni intimidad.Copia digitalizada de la carta (en inglés).
Sin embargo, me pregunto si no sería mejor no escribirlo. Pienso simplemente que un encuentro tan distendido, franco y privado como la velada que pasé en su casa con sus amigos no se habría llevado a cabo si no hubiera tenido un caráter "no oficial". Por lo que recuerdo, no dije nada en aquella reunión que me hubiera interesado decir en público. Y por lo tanto hay una diferencia y por esa misma diferencia (Vive la petite différence!) apreciaría que pudiéramos dejar todo el asunto "en privado". Esto es, dentro del círculo de amigos.
Página de acceso de la Biblioteca del Congreso (USA) al archivo con la correspondencia de Hannah Arendt.
jueves, enero 26, 2006
Complicando el universo
Respecto de lo complicado que había llegado a ser el sistema ptolemaico en el siglo XIII, es conocida la sentencia de Alfonso X:Si Dios me hubiese consultado sobre el sistema del universo, le habría dado unas cuantas ideas.No se me ocurre cuáles podrían haber sido esos consejos —aunque es casi seguro que ninguno hablara en favor del sistema heliocéntrico—, pero alguna vez Charlantandro, mi amigo sofista, me dijo que le habría gustado implementar el Comando-Z, esto es, el deshacer de la informática, en la vida diaria: de esa manera uno podría volver atrás cuando las cosas no salen según lo planeado o ante un simple error.
Es probable que mi amigo no haya considerado las paradojas temporales que implica el uso del deshacer —habría complicado el universo mucho más que los epiciclos, las excéntricas o los ecuantes de Ptolomeo. Sin embargo, cuando le pregunté por la implementación del comando borrar, no le pareció tan buena la idea, quizá presintió que alguien podría ejecutar ese comando con él.